sábado, 12 de noviembre de 2022

UN TAL GONZÁLEZ (2022), DE SERGIO DEL MOLINO. RETRATO DE UN HOMBRE CARISMÁTICO.

Como ciudadano ya maduro recuerdo los tiempos de gobierno de Felipe González, esas mayorías absolutas que hacían de él la imagen de un poder que parecía que iba a ser eterno. De hecho, si bien durante sus dos primeras legislaturas vivió casi un idilio con la prensa y con buena parte de los ciudadanos, a partir de los años noventa comenzó una lenta decadencia en la que se lo veía cada vez más cansado, pero resistiendo siempre los brutales ataques de sus cada vez más numerosos enemigos. Si hoy se reivindica a González como uno de los pilares de nuestra democracia, hay que recordar que en tiempos no tan lejanos se le calificó de corrupto, asesino y dictador. Es evidente que sus decisiones de gobierno no fueron perfectas y que dejó tras de sí una estela de corrupción y dudas éticas en ciertas actuaciones que todavía hoy ensombrecen al personaje, pero es de justicia decir que en muchos aspectos España entró en la modernidad y en la equiparación con el resto de países europeos gracias a su empeño, por mucho que no pudiera resolver ciertos problemas endémicos - el paro, el auge nacionalista, las desigualdades sociales todavía acentuadas - que padece tradicionalmente nuestra nación.

Sergio del Molino no ha querido escribir una biografía al uso, sino que ha aprovechado el auge de la narrativa de autoficción - Emmanuel Carrère es una referencia en este aspecto - y ha concebido un libro en el que, partiendo de la realidad histórica, introduce reflexiones muy personales sobre el personaje e incluso imagina ciertas escenas, técnica que usa para completar lagunas. El autor ha tenido el acierto de elegir ciertos puntos importantes de la biografía de González y obviar otros, para así componer un retrato bastante subjetivo de su protagonista (de eso se trata), describiendo también algún breve encuentro con el mismo en la actualidad. El expresidente del gobierno es una figura tan compleja que su verdadera psicología y el secreto de esa potente seducción que ejerció sobre las masas durante tantas años serán estudiados durante mucho tiempo. Todavía hoy González sigue siendo una figura que derrocha carisma, a pesar del inmenso desgaste que supuso tan dilatado tiempo tomando decisiones de gobierno. Hay que remontarse a 1982 para tratar de entender los factores que llevaron al PSOE a esa aplastante mayoría absoluta. Quizá la mejor ayuda fue la ausencia de políticos que pudieran hacerle sombra y, por qué no decirlo, la enorme ilusión despertada por el discurso del cambio definitivo en un país que despertaba de la pesadilla de una dictadura:

"Felipe González había recorrido España prometiendo un gran cambio a un pueblo que había confiado en él como nunca se había entregado a otro gobernante. Nadie había recibido un poder popular tan rotundo y extenso. Le habían entregado el país entero para que ejecutase ese cambio. Se lo habían dado a él. No votaron al PSOE, votaron a Felipe. Ningún otro candidato habría ganado como ganó él. Pero los diez millones de ciudadanos que le votaron no sabían que votaban a un tímido implacable. Habían visto al chamán, al tipo sosegado, al señor elocuente y sin pompa que hablaba un andaluz muy particular y parecía el amigo perfecto para pasar un domingo en el campo, como en la foto de la tortilla donde nadie comía tortilla."

El autor de La España vacía quizá ha pecado de hagiográfico en su retrato de Felipe González, pero en cierto modo hay que agradecer que así sea si esos son los sentimientos que ha despertado en él su acercamiento al personaje. Ya desde el principio lo califica, muy literariamente, como una especie de héroe que tuvo que enfrentar enormes dificultades en pos de un destino que le dio un papel histórico que él tampoco había buscado. Si hemos de creer las declaraciones del expresidente, pronto se sintió abrumado de responsabilidad y en numerosas ocasiones quiso dejar el cargo a un sucesor, pero las circunstancias le obligaron a seguir un poco más hasta completar sus catorce largos años en el cargo. Me ha gustado mucho leer este libro porque no se centra, como muchos otros, en los años de la Transición, sino que entra de lleno en el no tan estudiado periodo del gobierno socialista, una época para mí fascinante, pues si bien comenzó siendo yo muy niño, pronto la empecé a experimentar como un ciudadano con pleno uso de razón.

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