Nos encontramos en la Francia de 1963, un país que, a pesar de las apariencias, sigue siendo muy conservador y que, entre otras cosas, considera un crimen el aborto. Anne es una estudiante universitaria que queda embarazada después de haber tenido relaciones sexuales durante el verano con un chico al que apenas conoce. Frente a ese inmenso problema, que puede arruinar el futuro que todos esperan de ella - proviene de una familia humilde y es el primer miembro de la misma que cursa estudios universitarios - está completamente sola. Sabe que nadie puede ayudarla a riesgo de cometer un grave delito. Los médicos a quienes consulta se sacuden el problema de encima y la única opción que le queda es descubrir contra reloj un lugar donde practiquen abortos clandestinos.
La narración autobiográfica de Ernaux es ante todo angustiosa, la de una persona feliz a la que la existencia le da un vuelco de un día para otro y no sabe cómo enfrentarse a su nueva realidad. El mundo se ha vuelto de pronto un lugar hostil e irreal del que se siente aislada, pues ya solo existe para ella su terrible problema. Para ella el ser que se está desarrollando en su vientre es un invasor indeseado del que hay que librarse a toda costa, al precio que sea, hasta el punto de que, en una de las imágenes más escabrosas del libro, intenta acabar con él en solitario con la sola ayuda de unas agujas. Eso motiva que la propia autora tenga que advertir al lector acerca de lo escabroso de su escritura:
"Es posible que un relato como este provoque irritación o repulsión, o que sea tachado de mal gusto. El hecho de haber vivido algo, sea lo que sea, otorga el derecho imprescriptible de escribir sobre ello. No existe una verdad inferior. Y si no cuento esta experiencia hasta el final, contribuiré a oscurecer la realidad de las mujeres y me pondré del lado de la dominación masculina del mundo."
Entre otras cosas, El acontecimiento ofrece un duro retrato de las corrientes ocultas que se movían en la sociedad gaullista francesa con una legislación que presuntamente protegía a las mujeres, pero que las dejaba solas en su momento más frágil en nombre de una moral caduca, que no se correspondía con la realidad, por lo que Anne tiene que atravesar un vía crucis que la sociedad podía haber evitado. Es curiosa también la ética que muestra un estudiante de izquierdas cuando la protagonista, después de muchas dudas, le hace partícipe de su problema: su primer pensamiento es acostarse con ella, ya que no hay peligro de que quede embarazada. La hipocresía de un Estado que no es capaz de afrontar de cara los grandes problemas sociales - el aborto, la droga, la prostitución, realidades que son negadas o reprimidas brutalmente - produce incontables víctimas que pueden evitarse. Anne tiene que acudir a un sórdido piso parisino para resolver su problema, poniendo en peligro su vida. Al final sobrevive a la traumática y dolorosa experiencia, pero su existencia ha quedado marcada para siempre.
La película de Audrey Diwan es una perfecta adaptación de un libro muy difícil de llevar al cine. Basa toda su efectividad en la perfecta actuación de Anamaria Vartolomei, a la que se dedican constantes primeros planos en los que se reflejan las tormentosas emociones que está viviendo en las diez semanas que retrata el filme a través de una interpretación casi hipnótica. Un perfecto retrato de época, de una moral de la que todavía no nos hemos alejado tanto como quisiéramos. Una puntualización a todo esto: el aborto no es algo deseable, debe ser el último recurso frente a situaciones excepcionales como la que refleja la película y en cierto modo las voces que abogan por su prohibición deben tener cabida en el debate social. Lo mejor es que sea evitable todo aborto - un proceso siempre doloroso aunque se encuentre permitido por el Estado - que esté fuera de los supuestos de violación, peligro para la vida de la madre o malformación del feto, porque felizmente en la actualidad existen numerosos métodos anticonceptivos disponibles para cualquiera con suma facilidad.
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