Apegos feroces es la memoria escrita de los años de infancia y juventud de Vivian Gornick. El Bronx de los años cincuenta y sesenta no debía ser el mejor lugar para educar a una niña: se trataba de un barrio de acogida de inmigración, duro, despiadado y que acabó cobrando triste fama como uno de los lugares más peligrosos de Estados Unidos en los setenta y los ochenta. Pero Vivian es una niña observadora y con unas ganas de vivir que superan con mucho la sordidez del entorno en el que debe moverse día tras día. Describe la pena inmensa y eternamente duradera de su madre al quedarse viuda y el camino totalmente opuesto que toma una vecina, Nettie, al quedar en la misma situación.
La narración fluctúa entre el pasado y el presente, con esos paseos que da la autora por el centro de Manhattan con su madre anciana. La relación madre e hija es lo que marca Apegos feroces, esos reproches continuos de la anciana por los sacrificios que realizó por ella en nombre del amor, Pero para Vivian el amor era otra cosa, algo que tenía que ir descubriendo a través de las relaciones con los hombres, una sensación que se contrapone a la idea de trabajo, otro de las constantes vitales por la que tenemos que pasar casi todos:
"El amor es una función de la vida emocional y pasiva, dependiente de otro ideal para alcanzar una resolución satisfactoria: la postura primitiva en la que nacemos. El trabajo es una función de la vida expresiva y activa y, aunque fracase, uno conserva el conocimiento fortalecedor del yo que actúa. Solo cuando se niega el acceso a la vida imaginativa, uno se entrega por completo."
La misma autora ha reconocido en entrevistas que expone aquí la relación con su madre como algo metafórico, como una excusa para empezar a escribir un libro autobiográfico en el que también se exponga su visión del mundo, contrapuesta a la de las generaciones que la precedieron. En este sentido el libro tiene mucho de feminista, como se ha dicho repetidamente, pero también de reivindicación de aquellos cuyas vidas están marcadas por la pobreza y las dificultades. Es un logro extraordinario que Gornick haya sabido canalizar todas estas experiencias en un libro que parte de la conflictiva y a la vez infinitamente amorosa relación con su progenitora. Es un libro que no me ha entusiasmado, pero que he leído con sumo interés:
"No he tenido éxito. Ni en el amor ni en el trabajo, ni en mis esfuerzos por llevar una vida ejemplar. También es cierto que no he tomado decisiones, no he tomado partido, que en mi vida he avanzado a traspiés porque estaba enfadada y tenía celos del mundo que quedaba fuera de mi alcance."
No hay comentarios:
Publicar un comentario