Estupendo retrato de un momento concreto de la historia de España, cuando con la reciente llegada de la democracia, muchos madrileños se lanzaron a adquirir una segunda residencia en el monte, una forma de estatus social que no todos se podían permitir. Un magnífico Alfredo Landa interpreta a uno de esos afortunados, un self made man a la española que, desde sus orígenes humildes ha conseguido llegar a ser ejecutivo de una importante empresa y cumplir con sus sueños de juventud: el chalé en la Sierra, los hijos, los amigos, las comidas... Una bucólica imagen que se convierte en una insoportable realidad cuando el protagonista adquiere conciencia de los sacrificios del pasado y las servidumbres del presente que tiene que asumir para poder permitirse ese estatus. En el fin de semana que retrata la película José no puede descansar ni hacer nada de lo que le apetece. Puede que tenga muchas cosas, pero en realidad está esclavizado por la necesidad de conservarlas: tiene que aguantar a su jefe, al empleado pelota (impagable Carlos Larrañaga) y a su familia política, cuando a él lo que le gustaría es descansar y acudir al estadio de fútbol el domingo por la tarde. Al menos sigue enamorado de su mujer - y ella de él - y puede realizarle confidencias en ese sentido. Garci retrata con acierto los sentimientos del protagonista, aunque teniendo a un actor de la talla de Landa como protagonista, sin duda todo es más fácil.
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