Tuve la oportunidad de asistir a una conferencia de Luis Melero la semana pasada en la que nos habló de sus técnicas para mantener el interés del lector durante todo el relato y de lo difícil que es vivir de la escritura hoy en día. Según contó, escribió seis versiones de La desbandá, de las cuales la quinta contaba con dos mil páginas. El trabajo de poda, uno de los más importantes de la escritura, debió ser tremendo. Terminado el acto, tuvimos la oportunidad de charlar con él de forma mucho más cercana y le pude plantear algunas preguntas sobre la situación de algunos barrios malagueños en la época en que transcurre la novela. Melero se mostró como una persona afable y extraordinariamente cercana. Quizá podamos celebrar en un futuro cercano un club de lectura en torno a La desbandá contando con su presencia. Aquí les dejo el artículo:
Nuestra Guerra Civil fue una tragedia tan inmensa que es
imposible estar al tanto de todos sus detalles, de las tragedias cotidianas que
se sucedieron en pueblos y ciudades y afectaron a nuestros antepasados
inmediatos. Málaga fue una de esas ciudades mártires en la que se fue
preparando durante años una catástrofe inimaginable, como una olla que se
coloca a fuego lento y termina entrando en ebullición. Ya en el año 1931,
recién comenzada la República, la ciudad mediterránea se hizo tristemente
famosa cuando, en una sola noche del mes de mayo, una especie de locura
colectiva acabó arrasando una buena parte de su patrimonio histórico en forma
de iglesias y conventos quemados. Málaga fue durante aquellos años un
microcosmos de las pasiones políticas, que se daban en toda España, desatadas
entre comunistas, anarquistas, republicanos, socialistas, monárquicos y
fascistas, entre otras tendencias, algo que se refleja muy bien en La desbandá.
El protagonista de la novela de Luis Melero es Mani, un
joven que se encuentra en el paso de la niñez a la adolescencia en los meses
previos a la Guerra Civil y que va a ser testigo (y protagonista) de hechos ante
los que tendrá que comportarse como el hombre que no es todavía. Sus hermanos
son representantes de algunas de las tendencias de pensamiento que dominaban la
España de aquellos días: Paco, un comunista comprometido, Antonio, un
anarquista inconsciente y que ha participado en hechos violentos, Ricardo,
atraído por la vida eclesiástica y Miguel, mucho más preocupado por sus
conquistas amorosas que por la política. La familia vivía en las callejuelas
que desembocan en el antiguo convento de La Goleta, un barrio que a día de hoy
conserva (en un estado lamentable) uno de los pocos corralones malagueños
supervivientes de una época en la que eran vivienda habitual de muchas
familias. Los problemas de Mani y los
suyos van a venir principalmente del barbero del barrio, un conocido falangista
cuyo hijo es un activo militante del partido de José Antonio Primo de Rivera.
Lo que más destaca de la novela de Melero es el retrato tan
efectivo y documentado que realiza de la ciudad en una época que muchos
malagueños vivieron como una pesadilla. El escritor retrata ambientes, tipos
humanos, formas de pensamiento e incluso
el habla local de una época en la que, a pesar de todo, nadie podía prever un
final tan sangriento. Aunque la sublevación militar no triunfó en Málaga, su
posición geográfica pronto la hizo muy vulnerable a la ofensiva del ejército
nacional, cuya aviación la bombardeaba casi a diario. El avance de las tropas
de Franco, apoyadas por los voluntarios de Mussolini y por la Luftwaffe
alemana provocará que lleguen a Málaga oleadas de refugiados de los pueblos de
alrededor, aterrados por la violencia de los legionarios y las tropas moras.
Eso hace que la ciudad, falta de alimentos y bienes básicos, tenga que hacinar a
esta gente que lo ha perdido todo en cualquier rincón, incluso en el interior
de la catedral de Málaga, que ofrecía en aquellos días un espectáculo dantesco:
“Al
cruzar la puerta de dimensiones colosales, el hedor que les golpeó en la cara
tenía la consistencia de algo sólido. En el aire enrarecido se entremezclaban
el humo de las hogueras, el aroma de guisos indescriptibles y el tufo rancio de
la mugre, el sudor y los excrementos.”
Pero esta situación no va a ser más que la antesala del auténtico
infierno, aquel que se desatará con la inminente llegada de los invasores y la
huida de gran parte de la población malagueña por la carretera costera de
Almería, única vía de escape que quedaba libre. Este suceso histórico, conocido
popularmente como la desbandá, fue un
bombardeo indiscriminado a la población civil, por mar y aire, aún más terrible
que los acaecidos posteriormente en Durango y Guernika. Este éxodo de gente
desesperada es narrado por Luis Melero de forma magistral, sin obviar los
detalles más espantosos. Se trataba de personas absolutamente abandonadas por
el gobierno republicano, que dejó caer Málaga en manos de un enemigo atroz y
sediento de sangre. La desbandá es
una novela imprescindible para conocer de primera mano los antecedentes y los
hechos de uno de esos acontecimientos que tienen su hueco en la tristemente
amplia historia universal de la infamia del siglo XX.
Se ha escrito poco sobre la guerra civil en Málaga, un escenario secundario comparado con las terribles batallas que tuvieron lugar más al norte. En el sur se combatió poco, más se asesinaba y aterrorizaba. No sé qué significado profundo tendrá eso.
ResponderEliminarCiertamente, la resistencia republicana en el frente de Málaga fue casi inexistente por varios factores, entre los que destaca la posición geográfica tan comprometida que hizo que el gobierno diera por perdida la ciudad sin apenas presentar batalla. No obstante, la caída de Málaga tuvo un gran efecto propagandístico y moral para los nacionales, algo con lo que sin duda no contaba el gobierno legítimo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo Miguel, Málaga se vió abandonada por la resistencia republicana. Los malagueños huian por la carretera de Almería por temor a las pavitas que atacaban por la noche. Las pavitas eran los aviones nacionales que atacaban a la ciudad por la noche. Todo esto lo se porque mi madre me cuenta algunas historias de la guerra y la postguerra lo que signfico para ella y lo que la sufrió su familia, puesto que mi abuelo era republicano. Chao, saludos de Mª Eugenia.
ResponderEliminarMuchas gracias, Maria Eugenia,por un testimonio tan valioso.
ResponderEliminarBesos.
Muy buen artículo. Gracias.
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