domingo, 28 de abril de 2013
LA DUDA (2008), DE JOHN PATRICK SHANLEY. LA SOMBRA DE LA SOSPECHA.
Qué sensación tan extraña deja esta película. Es como haber pasado unas pequeñas vacaciones en un lugar plácido pero con cierto ambiente malsano cuyas causas uno no puede identicar del todo. Philip Seymour Hoffman interpreta al padre Flynn, un sacerdote tan carismático como el personaje de su última película, el falso redentor de The master. La hermana Aloysius (Meryl Streep), la directora del centro de enseñanza del centro de enseñanza de la parroquia es una mujer estricta, temida por los alumnos y por el resto de las monjas-profesoras. Es uno de estos seres de moral tan rígida que no conciben la menor discrepancia en su visión del mundo, una mujer que está acostumbrada a ser obedecida y a que sus palabras, aunque su discurso no siempre sea diáfano, sean comprendidas a la perfección y que se actúe en consecuencia. Así pues, ante la mera sospecha de que el padre Flynn ha abusado de uno de los alumnos del centro (precisamente el primer niño de color que entra en la institución, estamos en los años sesenta), comenzará una campaña inqusitorial y sibilina para hacerle confesar un delito que fundamenta en indicios muy débiles.
Uno de los mayores logros de la película de Shanley, que se basa en su propia obra de teatro premiada con el premio Pulitzer, es no querer excederse en sus pretensiones de dirigir una obra pequeña, en la que las huellas de sus orígenes teatrales están muy presentes. El principal interés de Shanley está en obtener el máximo rendimiento de los magníficos actores y desarrollar una historia que perturba a un espectador que no sabe a que atenerse, puesto que las soluciones a un dilema moral no son fáciles. Por una parte, está el deber de protección del niño, pero por la otra tenemos la posible infamia al sacerdote. El director-autor quiere que su historia se parezca a las de la vida misma, que están repletas de ambigüedades y medias verdades. No es sólo el combate de lo nuevo, de una visión progresista de la vida contra otra tradicional, sino algo más profundo que implica a algo tan religioso como las almas de ambos contendientes.
Bajo la aparente sencillez de esta realización, late la necesidad de visionar esta película en más de una ocasión, para poder apreciar con mayor nitidez sus numerosos detalles, poco apreciables a simple vista, pero importantes para comprender mejor una trama tan desoladora como el invierno interminable que nos muestra la pantalla.
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