La crisis de asistencia a las salas cinematográficas tiene su contrapartida en la edad dorada en la que vivimos respecto a las posibilidades de visionar cine en casa. Aunque para mí sigue siendo casi una costumbre ritual acudir casi todas las semanas a la oscuridad de la sala de cine (la concentración que se logra en la sala difícilmente puede ser superada en el hogar), la opción de tener acceso a un amplio catálogo de clásicos y modernos que ofrecen los aparatos domésticos resulta una tentación constante. El blue ray de Senso contiene una edición restaurada y el espectador queda seducido desde el primer momento por la majestuosa fotografía de la que se han recuperado los colores originales.
Senso tiene tanto de largometraje como de ópera. Su vocación de contar una historia (a pesar de contar entre sus guionistas con escritores tan consagrados como Paul Bowles o Tennesse Williams) no importa tanto como su vocación estilística, en la que hasta la guerra constituye un espectáculo colorido donde desarrollar una pasión amorosa. El contexto histórico es el de las guerras de unificación de Italia y la ubicación geográfica es la Venecia todavía ocupada por los austriacos. En esta ciudad, retratada de forma maravillosa, la condesa Livia se ve arrastrada a una pasión volcánica con un joven perteneciente al ejército del enemigo, el joven teniente Franz Mahler, un hombre que no entiende apenas nada de patriotismos, ni siquiera de patriotismo amoroso y sí mucho de hedonismo.
A pesar de la ya nombrada propensión estética, Senso es también un film muy literario, con evocaciones a las novelas de Stendhal o Lampedusa, en las que las tierras italianas son un personaje más de la trama y condicionan las acciones de los protagonistas casi tanto como un argumento operístico al que ronda el drama más intenso. Pocos comienzos de películas tienen la fuerza de éste: entre las notas de Il trovatore de Verdi, que suenan en el teatro de la Fenice, el público austriaco se ve sorprendido por una oleada de pasquines llamando a la expulsión del invasor. En pocos minutos dos caballeros se retan a duelo. En la actitud del teniente Mahler ya podemos intuir la moral del personaje y en las miradas de la condesa Livia, su futura perdición espiritual y moral. Senso es un film apasionado y apasionante, que apela constantemente al placer estético del espectador, ofreciendo a la vez el espectáculo del amor y del despecho humano.
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