sábado, 29 de octubre de 2011
DE NUESTROS PÁJAROS (1929), DE TRISTAN TZARA. DEL DADAÍSMO.
Nunca me han interesado demasiado ni el dadaísmo ni el surrealismo en su vertiente literaria. En la pintura sí que existen logros notables en esta tendencia. Recuerdo que una vez en el instituto el profesor de literatura nos habló de la escritura automática, es decir, coger un papel y escribir lo primero que te salga de la cabeza. Tristan Tzara en sus "Siete manifiestos dadá", animaba al lector a coger un periódico, recortar palabras al azar y construir así un poema. Lo contrario al arte, realmente. Seguramente mi rechazo personal por este movimiento tiene bastante que ver con mi devoción por el realismo y naturalismo del siglo XIX, con lo que quisieron romper estos artistas. Hay parte de la literatura del siglo XX que se compone de experimentos fallidos.
Dicho esto, y sumando mi poca costumbre de leer poesía (algo que tendré que ir rectificando poco a poco), no puedo decir mucho sobre los poemas de Tzara, sólo que son incomprensibles, porque así quería el autor que fueran. Aún así, a todos les recorre una vena artística que yo no soy capaz de disfrutar. Llaman poderosamente la atención los poemas cuyas líneas se deslizan hacia arriba o hacia abajo y aquellos que parecen carteles publicitarios. Hay que leer de todo y si es por obligación, con más razón. Quizá algún día mi pobre intelecto pueda acercarse con más garantías a esta clase de literatura.
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