domingo, 16 de octubre de 2011
REGRESO AL FUTURO (1985), DE ROBERT ZEMECKIS. EL PORVENIR DE MI PASADO.
En el último episodio de esa serie magnífica llamada "A dos metros bajo tierra", la menor de los hermanos Fisher se despedía del resto de su familia para emprender su vida en solitario. Mientras recorría en automóvil la distancia entre Los Ángeles y Nueva York iban surgiendo imágenes del futuro del resto de los protagonistas de la serie y sobre la forma en la que cada uno de ellos iba a morir. Un final sobrecogedor para una serie memorable.
De algún modo la trama de las tres partes de "Regreso al futuro", que he revisado en estos días me ha recordado a este pasaje de la serie de Alan Ball. Dos de las reglas esenciales de la vida humana son que no podemos conocer el futuro ni cambiar el pasado. Al protagonista de las películas se le da la oportunidad de viajar en el tiempo, de conocer a sus padres cuando tenían su misma edad (unos 16 o 17 años, se supone) y de verse a sí mismo de cuarentón. Cualquier decisión, por nimia que sea puede hacer derivar la propia vida en un sentido o en otro y conocer nuestro futuro sería condenarnos a una angustia intolerable.
La película de Zemeckis es una de las que marcó estilo en los ochenta. Es bien conocido y estudiado el fenómeno que supuso la serie "Star Wars" para el negocio cinematográfico. El bombazo fue de tal calibre que todos los estudios quisieron revivir ese éxito y el cine se infantilizó en exceso. El camino de madurez que estaban experimentando creadores como Coppola, Scorsese o Polanski se atenuó y el protagonismo recayó en historias, mejor o peor contadas, con elementos fantasiosos dirigidas a un público familiar.
Desde luego esta nueva tendencia dio también obras memorables, como la serie de Indiana Jones o esta que comentamos, una historia muy dinámica con un guión inteligente, sobre todo en la primera parte. Ví la segunda sin muchas esperanzas, creyendo que me iba a encontrar ante una película realmente mala. A pesar de que el futuro que muestra en su primera mitad es bastante cutre, como si la estética de los ochenta se trasladara a nuestros años, hay que aplaudir el ritmo endiablado que sujeta al espectador al asiento y no lo suelta hasta el final. La tercera parte es un poco distinta a las otras dos, un homenaje al western y a la propia saga de "Regreso al futuro", también muy entretenida, pero de planteamiento algo más flojo. En cualquier caso, una saga que cumple su función de hacer pasar un buen rato al espectador, que incluso puede darle pie a reflexionar sobre su pasado, presente y futuro.
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