viernes, 4 de septiembre de 2009

LEÓN.


Si hay una ciudad (dentro de España) que estaba deseando visitar, esta es León.

León es una ciudad de tamaño medio en la que se respira tranquilidad por los cuatro costados, lo cual es siempre muy de agradecer. No fue esa la primera impresión que me llevé. A la hora de nuestra llegada, el caos de tráfico era monumental. Se trataba de los típicos efectos colaterales de Plan E, que ha bombardeado nuestras ciudades este verano. No voy a criticar el plan, eso que lo hagan otros, pero no veo que efectos benéficos puede tener en nuestra maltrecha economía el hecho de invertir unos miles de millones de euros (que pasan directamente a engrosar la gigantesca deuda del Estado) en llenar nuestras calles de vallas y zanjas. Obras prescindibles o completamente inútiles en muchos casos que han impedido que las cifras de paro lleguen a niveles de auténtica revolución social, pero que no producen nada para el futuro ni ayudan a reactivar la economía más allá de los pocos meses que duran y llenan de polvo y ruido nuestras calles.

Anécdotas aparte, León es su catedral. Me atrevería a decir que sus celestiales vidrieras lo hacen el templo más hermoso en el que nunca he estado. Y eso que tendría que rivalizar con catedrales como las de Santiago, Burgos, Oviedo, Reims, Colonia, Viena, Milán, Sevilla, Toledo, París o el mismísimo Vaticano. Pero la entrada a la catedral de León en un día soleado estremece por su belleza. Los vivos colores de los vitrales deslumbran al desprevenido visitante y le hacen sentirse feliz por estar allí. El gótico en toda su luminosidad y esplendor. Casi resulta increible pensar en las visitudes que ha tenido que atravesar el edificio, que a punto ha estado de ser destruido en varias ocasiones, para que podamos disfrutarlo hoy en día. Si la esencia de la vida son los instantes alegres, es fácil añadir uno más a nuestra biografía con solo viajar hasta la capital leonesa y atravesar las puertas de su catedral.

Aunque la catedral lo centraliza todo, no es el único edificio interesante con el que cuenta León. El Palacio de los Guzmanes, la Basílica de San Isidoro, el imponente Convento de San Marcos o la Casa Botines, edificio de Gaudí, son construcciones singulares que cohabitan muy cercanos los unos de los otros. Antiguas viviendas se adosan a la muralla que recorre algunas calles céntricas. Ante todo conviene pasear por sus calles y tomar el sosegado pulso de la ciudad. Y comer. Elegir uno de los típicos mesones del barrio Húmedo y gozar de la variedad gastronómica a precios muy razonables que ofrece cualquiera de ellos. En mi caso pude disfrutar de una muestra de embutidos de la zona: jamón asado, jamón serrano, chorizo frito, morcilla, lomo, salchichón..., de una ensalada cuyo principal ingrediente es la manzana y de patatas rellenas, todo en abundancia. El postre, también delicioso: crema de limón de la casa.

León es una ciudad que me ha hecho sentir bien, que me ha alegrado el espíritu. Pienso volver en cuanto sea posible, con cualquier excusa.

4 comentarios:

  1. Hola , Miguel
    El año pasado repartí mis vacaciones entre Salamanca y León , así que esta última entrada me ha gustado especialmente porque me ha traído a la memoria todos los buenos momentos que pasé allí. Si esta vez no has estado, cuando vuelvas te recomiendo añadir a tu visita el paraje natural de Las Médulas , es impresionante .
    Isabel me dijo hace unos días que el taller de la Fnac de este mes se ha suspendido y pasa a octubre (con el mismo libro).
    Un saludo .

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  2. Encantado de tener noticias tuyas, Antonia. Me apunto lo de Las Médulas, para la próxima vez que vaya por allí. Lo de la Fnac aparece en la programación de Málaga que salió a primeros de mes. Esperaremos noticias de Isabel que confirmen lo que dices. Yo ya tengo el libro y todo...

    Un saludo.

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  3. La primera semana de agosto estuve en León, concretamente en Valporquero haciendo rafting y espeleología.

    Y despues de hacer esas actividades estuve de turismo por León y me encantó.

    Un abrazo.

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  4. Un abrazo para tí también, Estefan. León parece un lugar lleno de posibilidades. Las ganas de volver se multiplican.

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