sábado, 6 de junio de 2009
NAZARÍN (1958), DE LUIS BUÑUEL. QUIÉN BIEN ANDA, MAL ACABA.
Cualquiera que conozca un poco mis gustos sabe que Luis Buñuel en el cine y Benito Pérez Galdós en la literatura son dos de mis grandes pasiones. Buñuel era lector de Galdós y adaptó varias de sus obras, interpretándolas a su gusto, como hacen los grandes genios. Bien es cierto que el escritor y el cineasta pueden parecer a primera vista personalidades antagónicas. Galdós en sus "novelas contemporáneas" quería plasmar la realidad sobre el papel y dejar una crónica implacable del tiempo que le tocó vivir. Buñuel buscaba transgredir, burlarse de lo sagrado y experimentar a través del cine. Pero si profundizamos un poco en Galdós comprobamos que don Benito no se conforma con meras descripciones de ambientes y personajes, sino que penetra en el interior de sus criaturas y analiza sus conflictos, sus propias trasgresiones de las normas establecidas en la sociedad madrileña del siglo XIX y no se amilana en absoluto a la hora de profundizar en los infiernos personales de sus criaturas, llevados en más de una ocasión hasta sus últimas consecuencias.
Este material debió fascinar a Buñuel, como fascina a cualquier lector de Galdós, que para mí está muy por encima de sus críticos. Una obra como "Nazarín" era un material absolutamente aprovechable para el cineasta: la bondad religiosa llevada hasta sus últimas consecuencias.
A Nazarín, sus compañeros de oficio le advierten en más de una ocasión de que al no respetarse a sí mismo no está respetando la dignidad sacerdotal. Él hace oídos sordos, pues su modelo es el mismísimo Jesucristo y su desprendimiento de los bienes terrenales, absoluto. No hay más que ver su vivienda en una sucia posada, poblada por pelanduscas y otras gentes de mal vivir. El bendito Nazarín es impermeable a todo mal, tan bondadoso que cualquiera puede aprovecharse de él: está acostumbrado a poner la otra mejilla, aunque sus buenas intenciones suelen provocar nefastos resultados. No obstante, tan peculiar personaje no puede pasar desapercibido y toma fama de santo entre las mujeres de mal vivir que le conocen, convirtiéndose estas en sus discípulas, muy a pesar del pobre Nazarín.En su peregrinar con sus mujeres apóstoles compone un cuadro francamente risible. Solamente le hará reaccionar una sentencia demoledora; cuando está preso, el buen ladrón que le ayuda le dice: "Usted por bueno y yo por malo, en realidad ninguno de los dos servimos para nada". Toda una advertencia para quien se lanza a hacer el bien sin pensar en sus consecuencias.
La película goza de muchos de los elementos que definen el cine de Buñuel, sobre todo en su etapa mexicana: el retrato de la pobreza extrema, de los miserables y sus supersticiones, los personajes quijotescos, la visión destructora de la religión católica...
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Esta película no la conozco, pero la que más me gusta de Buñuel es "Viridiana". También ví hace tiempo "La edad de oro", en el Museo Picasso, y me sorprendió bastante. Saludos.
ResponderEliminarViridiana!Todo el Buñuel que conozco lo ví en Cine Club.En honor a la verdad, el MEJOR CINE.Allí conocimos el cine checo (Un dia,un gato. Trenes rigurosamente vigilados.Adelaida. Mi pequeño pueblo ,etc.);Godard, Bergman,Fellini,Antonioni, Chaplin,alguna rusa magistral como "El Idiota", esa obra maestra de Dostoiesky que jamás pensamos pudiera realizarse en lenguaje cinematográfico.
ResponderEliminarUn gusto leerte. Beatriz.
De Buñuel prácticamente todo su cine es aprovechable para ser visionado más de una vez. Algunas merecen una revisión anual como "El", que es mi favorita.
ResponderEliminarUn saludo a las dos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNazarín, estupenda película repleta de grandes actores y actrices mexicanos, fotografía de Gabriel Figueroa, y el gran protagonista Francisco Rabal
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