sábado, 13 de junio de 2009

NUNCA ES TARDE PARA ENAMORARSE (2008), DE JOEL HOPKINS. POLOS SIMILARES SE ATRAEN.



Veo esta película ante todo por la atracción de ver en la pantalla a estos dos grandes actores juntos, y no me decepcionan. Harvey es un músico divorciado y amargado. Acude a Londres desde Nueva York a la boda de su hija, pero ha estado tan distanciado de su familia que es un extraño entre ellos y ni si quiera le dejan acompañar a la novia hasta el altar, papel que asumirá su padrastro. Así excluido, la reunión familiar le resulta un infierno poco llevadero y su carácter borde tampoco le ayuda a ser sociable: se escapa de allí y da una excusa para no asistir al banquete.

Kate es una mujer solitaria, agobiada por la omnipresente figura de su madre y de caracter poco comunicativo y cortante. El encuentro casual con Harvey no podía ser sino un catálogo de borderías, pero he aquí que cuando se conocen mejor, se atraen y comienzan a vivir su particular historia de amor. Uno sale del cine esperando sinceramente que les vaya bien, porque esos caracteres de ambos, atenuados ahora por el comienzo de la relación amorosa, pueden ser una auténtica bomba de relojería, esperando al más mínimo contratiempo para que estallen hirientes disputas. Seguramente la magia del cine les cambiará para mejor y hará que los últimos años de estos maduros personajes sean sus años dorados, haciendo que el apoyo mutuo sea un bálsamo para los múltiples errores del pasado.

Una película entretenida, pero olvidable, porque la historia la hemos visto cientos de veces, aunque en esta ocasión los personajes no son seres encantadores precisamente y están muy bien llevados por dos monstruos de la interpretación. Una pregunta muy personal: ¿Qué tenía de malo el título original, "La última oportunidad de Harvey"? Creo que es mucho más ilustrativo acerca del contenido de la película que el que le han puesto en nuestro país.

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