Y es que Arrakis es casi como un personaje más de la novela, un planeta que es descrito magistralmente por Herbert geográfica y antropológicamente. Se trata de un lugar absolutamente desolado por la falta de agua en el que sus verdaderos dueños son esos enormes gusanos de las arenas que acuden en pocos minutos al movimiento de los recolectores de especia, la verdadera riqueza de ese mundo, lo que lo hace un punto estratégico para las casas nobles y el emperador que gobiernan este universo. A esta existencia hostil se han adaptado perfectamente los fremen, uno de los grandes hallazgos de la novela. Sus costumbres, su antropología, su tecnología, su religión... todo está en consonancia con la realidad de Arrakis.
Mientras tanto, las grandes casas conspiran entre ellas en un verdadero precedente de Juego de tronos. Las intrigas imperiales están magistralmente descritas, así como la impresión de que lo que estamos leyendo no es más que un episodio de una historia miles de años más amplia. Las intrigas tienen cierto aire al Renacimiento, con esas traiciones y administraciones de veneno - también la botánica es importante en la novela - que proliferan entre los miembros de las grandes casas.
La adaptación de Denis Villeneuve - que adapta solo la primera mitad de la primera novela del ciclo - hace justicia a una obra tan compleja y opta por poner la última tecnología en efectos especiales al servicio de la historia. Aquí el espectador puede disfrutar de imágenes bellísimas que compendian muchas páginas de descripciones de la obra literaria. Felizmente está anunciada una segunda parte que esperemos que continúe con la senda abierta por esta interesantísima visión tan personal que nos ofrece uno de los mejores directores de los últimos años.
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