lunes, 18 de abril de 2022

DRIVE MY CAR (2021), DE RYUSUKE HAMAGUCHI.

Después de haber triunfado en los festivales y ante críticos de todo el mundo, es necesario hacerse una opinión acerca de la película de la que todo el mundo habla. La obra de Chejov, en concreto El tío Vania está presente en todo el relato estableciendo evidentes paralelismos entre la situación vital del protagonista y la de los personajes del escritor ruso: esa desubicación en la propia existencia, esas lamentaciones por el pasado que hacen que el presente carezca de sentido son características de Yusuke, un profundo conocedor de Chejov que prefiere no interpretar al tío Vania para no acabar de identificarse totalmente con él. Todo esto es interesante, así como el prólogo - cuarenta minutos antes de los títulos de crédito -  en el que podemos atisbar el discurso posterior de Drive my car. Pero el gran problema de la película de Hamaguchi, a pesar de su impecable factura, es su duración. Como espectador me da la impresión que lo que se cuenta se podía haber hecho en mucho menos tiempo, por mucho que la mayoría de los críticos sostengan que a la película no le sobra ni le falta nada. Lo bueno es que Drive my car, al igual que Chejov, deja poso y permite reflexionar después de la experiencia agridulce de su visionado.

P: 6

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