Pero la escritora gaditana ambicionaba llegar a un público aún más amplio, por lo que en los últimos años se ha dedicado a la creación de una literatura más adulta, lo que compagina con su trabajo de columnista para "El País". Su matrimonio con uno de los mejores escritores españoles, Antonio Muñoz Molina, ha elevado aún más, si cabe, su popularidad entre los lectores de nuestro país.

Enmarcado en los actos organizados por el Centro Andaluz de las Letras para celebrar el Día Internacional del Libro, la presencia de Elvira Lindo en Málaga congregó a un numeroso público, incluyendo a miembros de clubes de lectura de toda la provincia, dejando pequeña la sala de conferencias del Museo Picasso. La autora venía a encontrarse con sus lectores y a hablar de su último libro, "Lo que me queda por vivir".

"Lo que me queda por vivir" es una novela que tiene mucho de autobiográfico, y así lo confesó la propia autora, que prefiere indagar en su propio interior, en sus propias vivencias a la hora de escribir. Tal y como declaró, en diferentes ocasiones, al ser preguntada por el público:

"Escribir sobre sexo es más fácil que escribir sobre otro tipo de intimidad."

"Muchos lectores me escriben hablándome del libro y acaban hablándome de su propia vida."

"Escribir es un oficio tan raro que se acaba mezclando con la vida."

"Cada escritor tiene su mundo. Yo quiero moverme por terreno conocido. Si puedo pasarme la vida escribiendo, tratando de acercarme al alma de las personas, ¿por qué no? Ojalá yo pueda descubrir muchas vidas interesantes que están detrás de las vidas comunes"

Las preguntas fueron protagonizadas en su mayoría por lectoras de la misma generación que Elvira Lindo, que se sintieron plenamente identificadas con algunos de los pasajes de la novela y agradecieron a la autora haber sido tan sincera al plasmar sus experiencias. Una de las intervinentes, perteneciente a un club de lectura malagueño, confesó que su libro era el que más debate había dado de cuantos habían leído hasta el momento.

En todo caso, en opinión del autor de este artículo, a pesar de sus muchas virtudes, "Lo que me queda por vivir" es una novela fallida. Si bien es capaz de cierta penetración psicológica en ciertos momentos y de plasmar escenas de gran ternura, en conjunto, además de tratarse de una novela muy valiente, donde la autora prácticamente desnuda su alma, el resultado final no es del todo redondo.
Elvira Lindo intenta en todo momento que el lector se sienta identificado con la situación vital de la protagonista (ella misma dice que no hace falta haber tenido hijos para hacerlo), pero no siempre lo consigue, ya que entre sus páginas encontramos demasiados episodios de poca hondura, que apenas sirven para hacer evolucionar o describir a los personajes, sino que más bien resultan repetitivos e incluso pesados, por lo que concitan escaso interés. En todo caso, entre sus páginas asoma una escritora a la que se le intuye mucho oficio, capaz de ofrecer mucho más de lo logrado en esta novela.

Uno de los puntos más interesantes tratados en la charla de Málaga, y evidentemente muy presente en la novela, por ser de carácter autobiográfico, es la reacción de las personas que se ven retratadas en este tipo de narraciones. Elvira Lindo contó la airada reacción de algunos de sus familiares a un relato de Muñoz Molina, perteneciente al libro "Sefarad", ambientado en su pueblo, por lo que desde entonces aprendió que nunca hay que identificar a los personajes con el mismo nombre de la persona real en la que se inspiran, ni siquiera nombrar su ámbito geográfico, sobre todo cuando se trata de un pueblo de pocos habitantes, donde todos se conocen.

En conjunto, la charla ofrecida en Málaga, fue agradable en todos los aspectos. Elvira Lindo derrochó simpatía, amabilidad y cercanía con sus lectores e incluso se atrevió a contar divertidas anécdotas de su paso por Málaga, al principio de su carrera como locutora. Su intervención terminó con un merecido aplauso de todo el auditorio.