Iñárritu cambia en esta película su manera de narrar, pero redobla la dureza de los temas que toca, convirtiendo a Barcelona en una ciudad del tercer mundo, al menos la Barcelona que él retrata, la de los desheredados que viven en callejones sin salida. A los que critican que el retrato es demasiado despiadado, el cineasta responde que la realidad es aún más dura.
En el sombrío panorama del cine actual, al menos en su vertiente más comercial, la que llega a los cines, la figura de Alejandro González Iñárritu se alza como un valor seguro entre la mediocridad imperante. La originalidad de su trilogía de la muerte, compuesta por "Amores perros" (2000), "21 gramos" (2003) y "Babel" (2006), radica en sus forma de contar una historia, que presenta varias líneas narrativas muy distintas a las que une un hecho concreto, casi siempre catalizador de tragedias para los personajes.
La historia de "Biutiful"
no transcurre, pese a lo que pudiera parecer, en la Inglaterra
victoriana descrita por Dickens, donde los patronos explotaban a los
obreros casi como esclavos, sino en la vanguardista Barcelona de
principios del siglo XXI, la ciudad emblema de la modernidad, que oculta
terribles historias de miseria en sus sumideros.
Uxbal es un antihéroe muy poco común. Se gana la vida trapicheando con el trabajo ilegal de los inmigrantes que llegan a su ciudad esperanzados en una vida mejor y se encuentran en el callejón sin salida de la ilegalidad, la marginación y, finalmente, la esclavitud para sobrevivir. El espectador asiste al momento en que su vida se está convirtiendo en un auténtico infierno. Al hecho de serle diagnosticado un cáncer de próstata en fase avanzada se le suman el cuidado de sus dos hijos, una ex esposa con transtorno bipolar y dificultades en los negocios.
Ante esta tesitura, Uxbal decide, en la medida de sus escasas posibilidades, atenuar la situación de sus explotados, ante la extrañeza y el reproche de algunos de sus socios: un policía corrupto y el director chino de una fábrica textil clandestina. Con esta excusa, Iñárritu desciende a los más profundos infiernos de una Barcelona totalmente desconocida: la Barcelona de los desheredados, de los que no tienen esperanza, de los que ven desde lejos las emblemáticas construcciones arquitectónicas de la opulencia capitalista, aquellas personas que no tienen derechos humanos, sino que son consideradas mercancía desechable por sus amos.
El director explica perfectamente sus intenciones en la entrevista publicada en la revista "Dirigido" de diciembre de 2010:
"Creo que el fenómeno de la inmigración que está ocurriendo en el mundo en que vivimos es complejo y doloroso. Todos estos emigrantes se van de sus países no porque lo deseen, sino porque tienen que afrontar situaciones difíciles (...) Pero, obviamente, hay gente que saca ventaja de la vulnerabilidad y fragilidad de estas personas. Y eso a veces se traduce en condiciones paupérrimas de vida, algo que es invisible para las sociedades occidentales, donde muchas veces a estos inmigrantes se les toma como una carga o una molestia para la sociedad. Así es que toda esta gente termina atrapada en una situación muy complicada, porque no pueden regresar a sus países y en los lugares a los que han emigrado se les somete a una constante explotación. (...) Lo que me sorprendió fue descubrir que medio millón de personas viven en condiciones infrahumanas a apenas cinco minutos de esta otra realidad, esta ciudad de clase alta de una belleza incomparable (...) que es Barcelona."
"Biutiful" no ahorra escenas desagradables al espectador, como la de la carga policial contra los manteros en pleno centro de la ciudad ante la mirada estupefacta de los paseantes, muchos de ellos consumidores de esa mercancía de dudosa procedencia, presente en todas las zonas comerciales de occidente. Mercancía atractiva y barata, imitadora de las grandes marcas, cuyo secreto estriba en la mano de obra esclava que la elabora. Uxbal intenta aplacar su conciencia al respecto convenciéndose de que él ofrece la única alternativa de supervivencia a seres humanos desesperados, pero este pensamiento no logra aplacar su tormento interior.
La película de Iñárritu se sostiene en dos puntos fuertes, si obviamos la exploración de los elementos ocultos a nuestros ojos de la inmigración ilegal: la gran actuación de Javier Bardem, que consigue transmitir perfectamente las contradicciones de su personaje y el magistral uso del sonido, que se erige como un auténtico protagonista en muchas escenas.
Lo mejor para el espectador, a la hora de afrontar esta película, es que vaya prevenido, pues no se le van a ahorrar detalles a la hora de mostrarle la cara menos amable de la vida en Barcelona y en todas nuestras grandes ciudades, una realidad que, según confiesa el propio Iñárritu es mucho más dura de como él la presenta, una realidad tan podrida como el cuerpo de Uxbal, internamente devorado por un cáncer invisible y devastador.
Uxbal es un antihéroe muy poco común. Se gana la vida trapicheando con el trabajo ilegal de los inmigrantes que llegan a su ciudad esperanzados en una vida mejor y se encuentran en el callejón sin salida de la ilegalidad, la marginación y, finalmente, la esclavitud para sobrevivir. El espectador asiste al momento en que su vida se está convirtiendo en un auténtico infierno. Al hecho de serle diagnosticado un cáncer de próstata en fase avanzada se le suman el cuidado de sus dos hijos, una ex esposa con transtorno bipolar y dificultades en los negocios.
Ante esta tesitura, Uxbal decide, en la medida de sus escasas posibilidades, atenuar la situación de sus explotados, ante la extrañeza y el reproche de algunos de sus socios: un policía corrupto y el director chino de una fábrica textil clandestina. Con esta excusa, Iñárritu desciende a los más profundos infiernos de una Barcelona totalmente desconocida: la Barcelona de los desheredados, de los que no tienen esperanza, de los que ven desde lejos las emblemáticas construcciones arquitectónicas de la opulencia capitalista, aquellas personas que no tienen derechos humanos, sino que son consideradas mercancía desechable por sus amos.
El director explica perfectamente sus intenciones en la entrevista publicada en la revista "Dirigido" de diciembre de 2010:
"Creo que el fenómeno de la inmigración que está ocurriendo en el mundo en que vivimos es complejo y doloroso. Todos estos emigrantes se van de sus países no porque lo deseen, sino porque tienen que afrontar situaciones difíciles (...) Pero, obviamente, hay gente que saca ventaja de la vulnerabilidad y fragilidad de estas personas. Y eso a veces se traduce en condiciones paupérrimas de vida, algo que es invisible para las sociedades occidentales, donde muchas veces a estos inmigrantes se les toma como una carga o una molestia para la sociedad. Así es que toda esta gente termina atrapada en una situación muy complicada, porque no pueden regresar a sus países y en los lugares a los que han emigrado se les somete a una constante explotación. (...) Lo que me sorprendió fue descubrir que medio millón de personas viven en condiciones infrahumanas a apenas cinco minutos de esta otra realidad, esta ciudad de clase alta de una belleza incomparable (...) que es Barcelona."
"Biutiful" no ahorra escenas desagradables al espectador, como la de la carga policial contra los manteros en pleno centro de la ciudad ante la mirada estupefacta de los paseantes, muchos de ellos consumidores de esa mercancía de dudosa procedencia, presente en todas las zonas comerciales de occidente. Mercancía atractiva y barata, imitadora de las grandes marcas, cuyo secreto estriba en la mano de obra esclava que la elabora. Uxbal intenta aplacar su conciencia al respecto convenciéndose de que él ofrece la única alternativa de supervivencia a seres humanos desesperados, pero este pensamiento no logra aplacar su tormento interior.
La película de Iñárritu se sostiene en dos puntos fuertes, si obviamos la exploración de los elementos ocultos a nuestros ojos de la inmigración ilegal: la gran actuación de Javier Bardem, que consigue transmitir perfectamente las contradicciones de su personaje y el magistral uso del sonido, que se erige como un auténtico protagonista en muchas escenas.
Lo mejor para el espectador, a la hora de afrontar esta película, es que vaya prevenido, pues no se le van a ahorrar detalles a la hora de mostrarle la cara menos amable de la vida en Barcelona y en todas nuestras grandes ciudades, una realidad que, según confiesa el propio Iñárritu es mucho más dura de como él la presenta, una realidad tan podrida como el cuerpo de Uxbal, internamente devorado por un cáncer invisible y devastador.
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