Al final va a ser culpa de los pasajeros, que se empeñan en volar en fechas clave, como el puente de la Constitución, Navidad o el mes de Agosto. ¿No han aprendido ya que las huelgas de los servicios aeroportuarios son una de nuestras más arraigadas tradiciones? Últimamente son los controladores los que se llevan el gato al agua, pero recordemos como los pilotos han protagonizado (y protagonizarán, sin duda) episodios similares en fechas no muy lejanas. Es una máxima perversa: los colectivos de trabajadores con mejores condiciones laborales son los que mayor capacidad tienen para protestar.
Y en este caso, las circunstancias de la huelga han sido especialmente sangrantes: sin previo aviso los controladores no han acudido a su puesto de trabajo y algunos de ellos se atrincheran en un hotel próximo al aeropuerto de Barajas. El gobierno reacciona militarizando el servicio y generando noticias en los periódicos que parecen sacadas de la Guerra Civil: "El ejército ya controla Madrid, Barcelona, Ceuta y Canarias..." Y esta mañana se amaga con la declaración del estado de alarma, algo inédito en nuestra democracia. Si después de esto, los controladores quieren continuar el pulso, la situación puede ser desastrosa.
Aquí tenemos el resultado de la acción de un colectivo que cree estar por encima del bien y del mal, que puede jugar con el destino de cientos de miles de personas simplemente por ejercer su derecho al pataleo. Un médico lo ha explicado gráficamente, en uno de los miles de testimonios que van llegando de la gente atrapada en los aeropuertos: "es como si un cirujano abandonara de pronto al paciente al que está operando a corazón abierto."
No entraremos aquí en la discusión de si son lícitas las razones de los controladores para ir a la huelga, aunque se ha publicado ampliamente en la prensa cual es su sueldo y cuales sus privelegios. Si se recompensa de esta manera a este colectivo, es porque su trabajo requiere una alta responsabilidad, de él dependen millones de personas que confían en que comprar un billete de avión no puede ser nunca equivalente a quedar atrapado en un aeropuerto. La acción de anoche es altamente irresponsable y posiblemente delictiva. Y llega en el peor momento posible, cuando la imagen de España ante el resto del mundo se encuentra en sus horas más bajas. Este caos no ayudará nada a recompenerla.
No soy partidario de usar a los militares para arreglar problemas políticos o laborales, pero lo cierto es que el gobierno tenía poco margen de maniobra en este caso, porque estos trabajadores han hecho un uso abusivo de su poder para convertirse en chantajistas. Cualquier grupo de trabajadores que hiciera algo parecido en cualquier otro sector, estaría fulminantemente despedido. Mientras miles y miles de familias sobreviven precariamente a la crisis, contemplamos estupefactos la acción salvaje de personas que ganan más de 300.000 euros al año. Ya veremos como acaba este intento de controlar a los controladores.
Estoy totalmente de acuerdo con tu comentario compañero. Las formas usadas por este colectivo son una burla hacia los ciudadanos. Se puede exigir lo que uno quiera, por pedir que no quede como dijo aquel, pero hay unos procedimientos y sobre todo lo que no se puede hacer es reírse de cientos de pasajeros que no tienen ninguna culpa de las condiciones laborales de estos controladores. Es el momento de que el gobierno de un puñetazo en lo alto de la mesa y tome las medidas oportunas , por muy drásticas que sean.
ResponderEliminarEs de sentido común: no se puede secuestrar a los ciudadanos haciendo un uso abusivo del poder de chantaje para conseguir egoístamente mejores condiciones laborales. Ellos (cada vez van quedando menos colectivos con esos privilegios) tienen la oportunidad de negociar utilizando los mecanismos legales.
ResponderEliminarUn abrazo, compañero.