miércoles, 30 de diciembre de 2009
ARTURO BAREA: LAS RELACIONES ENTRE HOMBRES Y MUJERES.
El libro de Arturo Barea, concebido con la sabiduría y experiencia de una vida agitada, es una fuente inagotable de reflexiones para el lector. En uno de los pasajes del libro segundo, el autor y un amigo reflexionan acerca de las relaciones entre hombres y mujeres y las inmensos obstáculos que la sociedad les interpone. Estamos en los años 20. Las relaciones con las mujeres van a ser una eterna fuente de conflictos para Barea. ¿Hemos cambiado tanto desde entonces? ¿Nos quedan aún reminiscencias de estas costumbres?:
"Mira, en España, los chicos y las chicas se crían en dos grupos separados, aislados unos de otros. Al chico se le dice que no debe arrimarse a las chicas o jugar con ellas; y si lo hace, se le llama un mariquita. A las chicas se les enseña que los chicos son brutos y bestias, y que la muchacha a quien le gusta jugar con ellos no es una mujercita, sino una marimacho, lo cual es muy malo. Más tarde los maestros de escuela se dedican a enseñar a los chicos que la mujer es un saco de porquerías y de impurezas, y a las chicas que el hombre es la encarnación del demonio, creado sólo para la perdición de las mujeres. Así, los muchachos forman su sociedad masculina y las muchachas su sociedad femenina. Cuando el sexo se despierta con todas sus exigencias, el muchacho se va a un burdel y aprende allí todo lo que hay que aprender, y la muchacha espera hasta que uno de los muchachos, harto ya de prostitutas, venga a pedirle que se acueste con él. Unas consienten a través del matrimonio y otras sin matrimonio; las primeras se convierten en mujeres casadas decentes y las segundas en putas. ¿Cómo puedes esperar que nazcan matrimonios de verdad, completos, en este ambiente?"
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Miguel, qué bueno que nos cuentes todo eso, me trae recuerdos... He conocido esa época casi de pasada (y no soy tan vieja, que conste) jajajaja
ResponderEliminarEn EGB nos tenían separadas en clases diferentes a los niños y a las niñas. Y había un cura, no hace más de veintipocos años que en la iglesia se tenía que sentar los hombres a un lado y las mujeres a otro, claro era una especie de dictador en una aldea pequeña.
Y en los pueblos se inculcaba ese moralismo aférrimo, aunque menos mal que los tiempos cambiaron.
Un abrazo
L;)
Es indudable que los tiempos han cambiado, pero ¿han cambiado tanto como creemos, o sigue existiendo esa diferencia tan marcada socialmente entre hombres y mujeres?
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