domingo, 4 de febrero de 2024

LA CASA INTACTA (1951), DE WILLEM FREDERIK HERMANS. EL REPOSO DEL GUERRERO.

Considerado uno de los mejores escritores holandeses del siglo XX, Willem Frederik Hermans es casi un completo desconocido en España. La casa intacta transcurre en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial en un lugar indeterminado del Este de Europa. El protagonista ha sido prisionero de los nazis, se ha escapado un par de veces y ha terminado como miembro de los numerosos grupos partisanos que se movieron en el frente del Este, aunque no parece un hombre que se haya logrado integrar demasiado bien con sus compañeros. En un determinado momento se separa de estos y acaba entrando en una opulenta mansión, aparentemente vacía y recién abandonada. Su reencuentro con la vida civilizada, después de tantos años de privaciones, le deja turbado y, sin mucha reflexión, decide quedarse a vivir en la casa mientras pueda aguantar, comenzando su nueva existencia con un baño caliente realmente liberador.

Es evidente que su tranquilidad no va a durar mucho tiempo. Los alemanes reconquistan el pueblo y se instalan en la casa, respetando las habitaciones del presunto propietario y los auténticos dueños intentarán volver a su propiedad. Mientras tanto, la guerra sigue su curso a su alrededor, con toda su crueldad y absurdo. Si por algo se caracteriza la literatura de Hermans es por su crudeza, por una descripción absolutamente veraz y sin filtros de lo que supone estar inmerso en la guerra, no solo por el peligro de morir, sino también por el tedio y cansancio infinitos que produce el participar en la misma y lo arbitrario que resulta el destino respecto a la suerte de cada cual. Cees Nooteboom lo expresa muy bien en el epílogo:

"La absurdidad, la crueldad y la inutilidad de la guerra son tan omnipresentes en sus libros que ni los protagonistas ni los lectores pueden rehuirlas. Hermans fue en contra del sentir general de Holanda al describir de forma precisa e insoslayable, no la heroicidad de aquellos días, sino el sinsentido de todo, la torpeza y la necesidad del hombre en lo que él llamaba un universo sádico, el caos en el que se desarrolla la vida humana cuando se rompe la apariencia de orden que representa la civilización."

Como no podía ser de otra manera, La casa intacta, como otras obras del autor, fue muy mal recibida en la Holanda de su tiempo. Era demasiado pronto para un relato de estas características, tan desmitificador y a la vez tan realista, cuando el discurso oficial buscaba elevar a la condición de héroes a los miembros de la Resistencia holandesa. Leída hoy día, la novela de Hermans cobra su verdadero sentido, sobre todo en un momento histórico en el que existe la posibilidad real de que los horrores que describe vuelvan a extenderse por el Este de Europa.

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