Ante todo Jeanne vive una existencia de mujer burguesa, aunque de provincias. A pesar de tener la vida más que resuelta y abundante tiempo libre, la protagonista es un ser insatisfecho que realiza frecuentes viajes a París con el fin de estar con su amante español. Su marido es, a sus ojos, un ser gris, el director de un periódico que solo vive para su trabajo, por lo que parece que sigue a su lado solo por su dinero. Aunque al principio Los amantes parece tratar sobre la infidelidad, finalmente deriva en una especie de película romántica, ya que se produce un enamoramiento instantáneo e incomprensible con un tercero, pero le sobreviene con la fuerza suficiente como para dejarlo todo atrás ante las mismas narices de su marido, de su amiga y de su amante. Se trata de algo más simbólico que creíble, pero que funciona bien en esta historia que explora los sentimientos y anhelos más íntimos de una mujer. De las escenas diurnas de la primera mitad, donde todo es certidumbre y hastío para la protagonista, se pasa en la segunda mitad a la noche, al momento de la pasión y a la incertidumbre sobre el futuro más absoluta, algo que parece insuflar vida a una Jeanne, una mujer que, después de todo, siempre ha vivido para sí misma mucho más que para los otros, incluido su propio hijo. Ella lo deja todo por un amor en estado puro, crudo y quizá, efímero.
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