Historias de amor tan poco convencionales como la que nos cuenta The souvenir se han filmado anteriormente en el cine, pero la directora Joanna Hogg trata de añadirle todo el realismo posible, quizá porque la historia se basa en parte en su propia biografía. El personaje de Julie está estupendamente dibujado. Se trata de una estudiante de cine procedente de una familia de dinero en la cual ella siempre ha sido la niña mimada. Aunque no tenga nada que ver con su experiencia vital, pretende rodar cine social, por lo que necesita documentarse ampliamente al respecto. Cuando conoce a Anthony queda deslumbrado por su carácter misterioso y la elegancia impostada que exhibe. Anthony pretende obstentar un importante cargo en el ámbito de las relaciones internacionales del que no puede hablar mucho. Poco a poco, cuando ya se encuentra plenamente enamorada de él, Julie irá descubriendo al auténtico Anthony, todo fachada, uno de esos tipos que viste bien, come en los mejores lugares, pero con la cuenta corriente a cero. Además, tiene un problema con las drogas que pronto no va a poder ocultar. Anthony no es un maltratador, pero sí un tipo que se cree con derecho de aprovecharse de la ingenuidad de una Julie que, a pesar de todo, no puede dejar de quererlo. The souvenir parte de una premisa muy interesante, pero se ve lastrada por unas formas narrativas extrañas y un tanto incómodas, porque nos ofrece información insuficiente, aunque se nota que todo es consecuencia de una elección consciente de su directora. Cuenta con algunas escenas realmente duras y arrebatadoras, sobre todo porque la burbuja de inocencia en la que vivía hasta el momento la protagonista se ve paulatinamente invadida por algunos horrores de la existencia que ella solo había conocido a través de la literatura o el cine.
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