martes, 31 de mayo de 2016

UN DÍA EN LA VIDA DE IVÁN DENISOVICH (1962), DE ALEKSANDR SOLZHENITSYN. EN EL INFIERNO HELADO.

El comienzo del siglo XX fue un momento de gran optimismo en Occidente, pues muchos pensaban que empezaba un tiempo de progreso, que prolongaría los logros científicos y tecnológicos de la centuria precedente, profundizando en la igualdad y en la libertad de los individuos. Dichas ilusiones fueron frustradas en buena parte con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, que prendió una mecha de consecuencias indeseadas - totalitarismo, ultranacionalismo, racismo, regímenes comunistas o fascistas - cuyas consecuencias se prolongan hasta nuestros días. A partir de un determinado momento, Europa se transformó en un gran campo de concentración. Con la caída del nazismo, la Unión Soviética de Stalin siguió reprimiendo a su propia población y a la de los países ocupados. De hecho, la historia de Iván Denisovich es la de un hombre humilde, del pueblo, que tiene la mala suerte de ser capturado por el enemigo alemán, durante la invasión de la Unión Soviética y contar a sus propios mandos que ha podido escapar: un insólito crimen de alta traición que conlleva su inmediata condena al Gulag, la red de campos de trabajo y de castigo que, bajo la bota de Stalin, constituía una amenaza constante para cualquier ciudadano soviético, culpable o inocente, como bien se refleja en la magistral novela de Anatoli Ribakov, Los hijos del Arbat.  

La novela de Solzhenitsyn es una de esas obras que trascienden lo meramente literario, para convertirse en uno de esos iconos que definen una época. En un tiempo en el que muchos intelectuales del occidente europeo todavía defendían el sistema soviético como la materialización de un Estado utópico, la narración desde dentro, de un preso común del Gulag fue recibido con un interés inusitado, tanto en la Unión Soviética (que gobernaba Kruschev cuando fue publicado), como en buena parte del resto del mundo. Según Mario Vargas Llosa, Un día en la vida de Iván Denisovich "es un libro que está más cerca de la historia que de la literatura", un libro altamente influyente, pues fue el primero que se atrevió a denunciar, con conocimiento de causa, la realidad de la URRS de Stalin. Como dice Vargas Llosa en La verdad en las mentiras:

"El efecto del libro fue explosivo. ¿Quién podía, ahora, negar la evidencia? El hombre que testimoniaba lo hacía en la propia Unión Soviética y a partir de la experiencia , pues el universo concentracionario que describía lo había padecido en persona y por causas tan crueles y estúpidas como las que sepultan en el Gulag al oscuro campesino Iván Denisovich Shujov de la novela"

Lo mejor de la narración de Solzhenitsyn es que sigue la jornada de un hombre común enfrentado a una situación límite. condenado por un hecho absurdo, pero que no puede permitirse el lujo de lamentarse, pues todos sus esfuerzos han de estar consagrados a la supervivencia, cada día, cada hora. Aunque existe un Reglamento, los presos del campo están sujetos a la arbitrariedad de sus guardianes y, como es lógico, la tarea de salir adelante incluye grandes dosis de suerte, ingenio y corrupción. Con el duro régimen de trabajo bajo cero y las escasas calorías que aportan las raciones del campo, es necesario procurarse energías adicionales trapicheando con lo que se puede, haciendo favores a los presos que reciben paquetes del exterior o sobornando a los guardianes y a las autoridades. Todo por llegar a las siguientes horas de sueño o a la siguiente comida, el ritual más importante del día, que debe ser celebrado metódicamente:
"Removió la, por tantos motivos, desvirtuada sopa y se aseguró con rapidez de lo que le habían echado en el plato. Regular. No le habían servido de los bordes de la marmita, pero tampoco del fondo. De Fetiukov era de suponer que mientras le había guardado los dos platos, le habría pescado una patata."

El alimento, por magro que sea, adquiere en estas condiciones vitales un sentido casi místico, la razón de ser del prisionero:

"A la segunda cuenta de la noche, cuando el preso vuelve a entrar por la puerta del campo, se siente más sacudido por el viento, helado y hambriento, que en todo el resto del día, y el cucharón de sopa de coles ardientes y acuosa no es para él sino una gota de agua sobre una piedra al rojo: absorbida en un segundo. Pero esa sopa es más valiosa para él que la libertad, más que toda la vida anterior y toda la vida por venir juntas."

Después de todo, el día de Iván Denisovich que se describe, no es el peor de todos. El preso logra tomar una ración extra, e incluso termina la jornada probando una loncha de salchichón. Pequeños triunfos que marcan la diferencia entre la vida y la muerte, junto a la esperanza de una pronta liberación, aunque pueda verse truncada. El personaje se convierte así en el símbolo de todos los aplastados por la arbitrariedad de un régimen tiránico que necesitaba mantener un terror constante en sus ciudadanos para conservar su poder absoluto. El mejor resumen de la novela es la pregunta que se hace el prisionero en un determinado momento de la jornada:

"¿Entenderá alguna vez, aquel que está sentado en un lugar caliente al que se hiela de frío?"

2 comentarios:

  1. Yo leí "Ivan Denisovich" hace mucho, y el recuerdo que me dejó no fue tanto de sufrimiento impactante, sino una especie de fatalismo, de la voluntad de vivir bajo cualquier circunstancia. No tanto el hambre, sino la obsesión por la comida. Lo cotidiano de que "uno se acostumbra a todo". Ivan Denisovich es un campesino ruso que acepta las cosas como vienen, aunque tiene la suficiente inteligencia y serenidad como para ser consciente de que la vida no tendría que ser así, pero...

    Con todo, no está embrutecido, ni él ni sus compañeros entre los que, al menos, hay una camaradería hasta cierto punto coincidente con el ideal de los trabajadores comunistas.

    ResponderEliminar
  2. Sí, eso es lo más sorprendente, que quienes son víctimas del comunismo sigan creyendo en la idea de la sociedad futura socialista. Quizá creían que el Estado estaba poniendo a prueba su lealtad, aunque fuera en condiciones tan duras...

    ResponderEliminar