Todavía recuerdo el impacto que me produjeron, hace muchos años ya, las fotografías de la mina de Serra Pelada en El País Semanal. El nombre de su autor me era desconocido por aquel entonces, pero mirando esas imágenes se intuía que Sebastiao Salgado debía ser poseedor de un don sobrenatural para disparar su cámara en el momento justo para que la composición del río humano que era aquella caótica mina reflejara una increible armonía. El instante como obra de arte.
Salgado mira a la cámara y sus palabras transmiten gran serenidad. La serenidad de quien ha comprendido en toda su crudeza la naturaleza humana pero no puede dar por perdido al hombre. Después de visitar zonas de conflicto, asistir a genocidios y conocer situaciones de hambruna bíblica, sabe que es necesario dar testimonio de estos hechos. A diferencia de otros fotógrafos, él no se limita a acudir al lugar, disparar la cámara y volver a casa cuanto antes, sino que intenta convivir en la medida de lo posible con los protagonistas de sus imágenes, para comprender su vida y sus motivaciones. Esta comprensión se va a ver reflejada después en las fotografías. Tal y como explica Wim Wenders en una entrevista publicada en caramelfilms.es:
"Para él fue muy difícil estar detrás de la cámara y para nosotros
también porque algunos de los relatos y viajes son muy inquietantes, y
algunos realmente terribles. A Sebastião le pareció que estaba volviendo
a esos lugares, y para nosotros, todos esos viajes "al corazón de la
oscuridad" también fueron abrumadores. A veces teníamos que parar y yo
me iba a dar un paseo para distanciarme por un momento de lo que acababa
de ver y oír. En lo que se refiere a si sus fotografías son demasiado
bellas o estéticas, no estoy nada de acuerdo con esas críticas. Cuando
fotografías la pobreza y el sufrimiento tienes que darle cierta dignidad
al sujeto y evitar caer en el voyeurismo. No es fácil. Sólo se puede
lograr si estableces una buena relación con la gente que está delante de
la cámara, y consigues entrar en sus vidas y en su situación. Muy pocos
fotógrafos lo consiguen. La mayoría llegan a un sitio, hacen unas
cuantas fotos y se largan. Sebastião no trabaja así. Pasa tiempo con la
gente a la que fotografía para comprender su situación, vive con ellos,
simpatiza con ellos, y comparte sus vidas en la medida de lo posible.
Empatiza con ellos. Hace este trabajo para la gente, para darles voz.
Las imágenes tomadas sobre la marcha y las fotografías al estilo
"documental" no pueden transmitir las mismas cosas. Si encuentras la
forma de transmitir una situación de forma convincente, estarás más
cerca de un lenguaje que corresponde a lo que estás ilustrando y al
sujeto que está delante de ti. Cuanto más te esfuerces en hacer una
"buena foto" más nobleza tendrá tu sujeto y más destacará. Creo que
Sebastião sabía cómo revestir de dignidad a toda esa gente que se ponía
delante de su cámara. ¡Sus fotografías no son sobre él sino sobre toda
esa gente!"
En algunas de las secuencias de La Sal de la Tierra Wenders capta a Salgado trabajando. Un maestro de las imágenes capturando el trabajo de otro. Es sorprendente la paciencia infinita de que hace gala el fotógrafo para conseguir la imagen que quiere. Puede pasarse días esperando, como un francotirador pacífico, hasta conseguir su disparo perfecto. Pero este no debió ser el caso en su visita a las minas de Serra Pelada. Sin duda era imposible conseguir un disparo sereno enmedio de ese caos en constante movimiento, subiendo y bajando escaleras que daban al abismo, caminando entre cientos de personas, casi muertos en vida, hechizadas por la posibilidad de encontrar oro. Muy pocos lo consiguen, pero eso no es óbice para que permanezcan allí, jugándose la vida e insistiendo día tras día en su búsqueda, componiendo imágenes que parecen extraídas de los tiempos bíblicos.
La sal de la Tierra es un magnífico acercamiento a la obra de uno de los grandes fotógrafos de todos los tiempos. Si hubiera que ponerle un pero, sería que la implicación absoluta de Salgado y de su hijo en su realización le otorgan una especie de halo de santidad al personaje. Pero en cualquier caso, el documental no es tanto sobre Salgado como de su trabajo. La historia de la renuncia de un economista a una prometedora carrera por el súbito enamoramiento de una cámara de fotos, que derivó en la pasión de toda una vida.
Ver las fotografías de Salgado en gran pantalla es impactante. Especialmente algunas de ellas. Estoy de acuerdo con "pero" que le pones, aunque en verdad disfruté tanto a nivel visual, de mensaje de las imágenes que no supuso ningún obstáculo.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, la mayoría de los que vimos el documental el otro día opinábamos lo mismo que tú, Ana. Es estupendo para profundizar en la obra de Salgado. Otro abrazo para ti.
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