Es famosa la aseveración de Paul Bowles, en la que distinguía al turista del viajero: "Mientras el turista se apresura por lo general a regresar a su casa al
cabo de algunos meses o semanas, el viajero, que no pertenece más a un
lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud durante años de un
punto a otro de la tierra". En el caso de Cristina el lapso temporal no se mide en años, sino en meses, pero el espíritu de su viaje es el mismo: deambular por el mundo rompiendo radicalmente con su existencia anterior en busca de nuevas experiencias y también, por qué no decirlo, huyendo de una realidad de un país en el que la situación económica seguía haciendo estragos. Además, su situación personal, tal y como narra en las primeras páginas de este cuaderno de bitácora que es Me voy a dar una vuelta, invitaba a un reencuentro consigo misma poniendo tierra de por medio por un tiempo.
Precisamente esa exposición de la intimidad en una primera obra es uno de los aspectos más insólitos y destacables de la misma. A Cristina no le importa hacerlo, puesto que está muy interesada en darnos a conocer las circunstancias y las razones de una ruptura tan radical con la que había sido su vida hasta el momento. Como decía el Fausto de Goethe: "¡dos almas habitan en mi pecho!". A veces nos damos cuenta de que, de pronto, podemos empezar a ser personas distintas, emprender proyectos que solo habíamos elucubrado en nuestras más locas fantasías y, cuando al fin los hacemos realidad, nos sentimos realizados y sentimos que, después de todo, no era tan difícil y que las dificultades de ciertas empresas están más en la mente que en la acción. Pero dejemos que sea la propia autora, en una reciente entrevista publicada en La Opinión de Málaga, la que exprese sus inquietudes iniciales:
"África me llamaba la atención, pero me quitaron las ganas porque era peligroso y caro, así que me fijé en Sudeste asiático. Yo quería conocer un sitio donde la gente se ría. Estaba en el ojo del huracán en una oficina de barrio, hasta donde podía ver cómo la gente se degradaba físicamente porque la crisis le hacía mella. Al final los clientes son amigos, conoces a sus hijos, a sus padres, a sus amigos."
La fuerza de la escritura de Cristina Puente estriba en su falta de pretensiones, lo que le otorga una frescura y una sencillez que la hacen altamente recomendable para cualquier tipo de lector. El hecho de que los capítulos del libro sean una versión depurada del blog que iba escribiendo durante el camino, narrando los hechos casi cuando le van sucediendo, hace de la autora casi una corresponsal de sí misma. Es difícil resumir aquí la variedad de países y de ambientes de tres continentes (Asia, Oceanía y América del Sur) que se visitan, pero sí que existe la constante vocación de aprovechar cada momento para aprender cosas nuevas, disfrutar con la aguda observación de costumbres diferentes, arquitecturas insólitas, parajes naturales de belleza indescriptible o ambientes exóticos:
"Me apasionan los mercados, son para mí una visita obligatoria en cualquier ciudad. El mercado y el cementerio. La vida y la muerte. Es la más genuina representación del pulso de una población, y te desvela casi sin querer un montón de intimidades, costumbres y secretillos de su gente, que de otra forma nunca podrías conocer."
Conocí a Cristina solo hace unos meses, por lo que no puedo decir si el viaje la cambió o no. Lo que sé es que hoy por hoy es una mujer vital, activa y dotada de una sonrisa permanente. El hecho de que haya plasmado las experiencias de su valiente viaje (aunque ella insista en asegurar que no se necesita valor para emprenderlo), realizado en su mayor parte en solitario, debe celebrarse como una excelente decisión, ya que lo que lectores buscamos precisamente, entre otras muchas cosas, es tener noticias de lo insólito, de lo diferente, de lo que está allí, esperando que lo descubramos, pero las circunstancias o nuestros propios miedos nos impiden hacerlo.
Aún tienen la oportunidad de conocer a Cristina y a su magnífico retrato de una parte del mundo este viernes a las ocho de la tarde, en La Térmica. Y, si no pueden, siempre pueden echarle un vistazo a su blog, lleno de fotos de su viaje:
http://tourplanetario.blogspot.com.es/
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