domingo, 28 de septiembre de 2014

DESTEJIENDO EL ARCO IRIS (1998), DE RICHARD DAWKINS. CIENCIA, ILUSIÓN Y DESEO DE ASOMBRO.

En una entrevista reciente publicada en Babelia, a raíz del lanzamiento del primero de volúmenes de su autobiografía, Richard Dawkins seguía mostrándose como un luchador irredento en el campo de las ideas, abogando por la responsabilidad de las familias en la educación de sus hijos respecto a las ideas irracionales. "No eduquen a sus hijos ni en dioses ni en hadas", recomendaba encarecidamente Dawkins. Ni siquiera le parecía correcto hacerlos creer en Papa Noel. Para él, uno de los fundamentos de la inteligencia durante la edad adulta va a ser el escepticismo temprano. Cuanto antes nos planteemos el funcionamiento del mundo, antes obtendremos las herramientas para reflexionar acerca de él. La ciencia nos ofrecerá unas respuestas mucho más complicadas que las religiosas, pero tendrán la ventaja de poder ser probadas, de contener un halo de autenticidad que jamás podrán ofrecer los distintos credos. Además, la ciencia raramente cuenta con dogmas absolutos: todas sus teorías están sometidas a falsación o, al menos, a su perfeccionamiento. A cambio de este esfuerzo, nos ofrece soluciones prácticas para vivir mejor: la medicina, la biología, las energías alternativas o internet:

"El asombro reverencial que la ciencia puede proporcionarnos es una de las más grandes experiencias de la que es capaz la psique humana. Es una profunda pasión estética comparable a la música y a la poesía más sublimes. Es, ciertamente, una de las cosas que hacen que valga la pena vivir, y lo hace de manera más efectiva, si cabe, al convencernos de que nuestro tiempo de vida es finito."

El título del ensayo, Destejiendo el arco iris, hace referencia a un poema de Keats. Contra lo que han escrito muchos poetas y filósofos, Dawkins no cree que la ciencia, al explicar ciertos fenómenos, acabe con la belleza y el misterio del universo. La experiencia nos dicta más bien que la resolución de un enigma nos lleva a hacernos nuevas preguntas: nuestra generación no verá desentreñados todos estos misterios. Tampoco las siguientes. Por eso, aunque el libro cuenta con abundantes citas poéticas, y su autor admire profundamente a sus inspirados autores, eso no quiere decir que esté de acuerdo con algunas de las afirmaciones que se esconden tras tan hermosos versos:

"¿Acaso no vuelan todos los encantos
Al mero toque de la fría filosofía?

Una vez había en el cielo un arco iris tremendo;
Conocemos su trama, su textura; está indicada
En el insulso catálogo de las cosas comunes.
La filosofía cercenará las alas de un Ángel,
Conquistará todos los misterios con la regla y la línea,
Vaciará el aire de fantasmas, y la mina de gnomos…
Destejerá un arco iris…"


La poesía no se acaba en lo que captan nuestros sentidos. También existe en lo que nos está vedado y vamos descubriendo progresivamente y en los nuevos misterios que se generan. El autor de El espejismo de Dios, aprovecha algunos capítulos para hablarnos  de algunos de los temas de los que es especialista desde su Cátedra de Divulgación Científica de la Universidad de Oxford, por ejemplo reflexionando acerca de como fue posible la evolución, de como un pariente directo de los simios se convirtió, gracias al sorprendente desarrollo de su cerebro, en la especie preponderante en la Tierra. También explica qué son exactamente nuestros genes, como los heredamos, como llevamos inscrito el código de las que serán nuestras mejores capacidades y la aplicación práctica que tiene el conocimiento de la genética, por ejemplo, ante los tribunales de justicia. 

Pero los capítulos más interesantes del libro son los que se dedican a denunciar a las pseuciencias, a los astrólogos, espiritistas e iluminados que se aprovechan de la necesidad natural de la gente de creer en algo, de poseer evidencias de que la vida tiene un sentido:

"La decadencia de las religiones occidentales tradicionales ha creado un vacío que parece estar siendo ocupado no por la ciencia, con su visión más clarividente y grandiosa del cosmos, sino por lo paranormal y la astrología. Cabía esperar que, a finales del siglo xx, el más fecundo de todos desde el punto de vista científico, la ciencia se hubiera incorporado a nuestra cultura y nuestro sentido estético se hubiera ampliado para ir al encuentro de su poesía. Sin revivir el pesimismo de C.P. Snow en los años cincuenta, veo con disgusto que, a las puertas del fin de siglo, estas esperanzas no se han materializado. Los libros de astrología se venden más que los de astronomía. La televisión allana el camino a magos de segunda categoría que se hacen pasar por médiums y clarividentes. Este capítulo intenta explicar la superstición y la credulidad, así como la facilidad con que pueden explotarse."

Realmente parece un contrasentido que en la época en que la ciencia ha adquirido su mayor prestigio (aunque algunos países se dediquen a recortar en las partidas dedicadas a investigación), y se han popularizado como nunca las revistas y los libros divulgativos, persistan unas creencias que no resisten el más sencillo análisis racional. Es gracioso, por ejemplo, que la astrología se base en unas constelaciones que nosotros podemos ver en el cielo, cuando las estrellas que supuestamente las forman se encuentran a veces a cientos de miles de años luz entre sí y es solo nuestra limitada perspectiva (ni que decir tiene, respecto a las luces nocturnas que vemos cada noche en el cielo, que la mayoría pertenecen a un pasado remoto), la que nos hace agruparlas, como si eso significara algo. Lo mismo sucede con la ufología o el espiritismo. Son disciplinas populares porque excitan la imaginación y ofrecen respuestas esperanzadoras. La ciencia tiene la misión de desenmascarar todos estos fraudes y activar el escepticismo y el espíritu crítico de la gente. Todos podemos ser engañados y manipulados, pero es más difícil hacerlo con quienes tienen algunas nociones acerca del auténtico funcionamiento de la naturaleza, mucho más complicado, pero también más maravilloso y sorprendente de lo que jamás explicó religión o sistema de creencias alguno.

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