LOS VENGADORES (2012), DE JOSS WHEDON. SUPERHÉROES REUNIDOS.

Anoche repasé con curiosidad el primer número de la serie "Los Vengadores", publicado allá por los años sesenta. En él, los héroes más poderosos de la Tierra se reúnen en una historia llena de ingenuidad y simpleza. No hubiera pasado a la historia si no fuera porque sus protagonistas eran ya famosos por sus propias series y el hecho de verlos protagonizar una historia juntos era de un inmenso atractivo para cualquier adolescente. Como todas las series tan longevas, "Los Vengadores" ha vivido momentos de gloria junto a etapas absolutamente anodinas. Esta primera incursión cinematográfica, después del éxito de las películas protagonizadas por algunos de sus miembros en solitario, posee muchos de los valores de aquel lejano primer número, y no sólo porque el enemigo sea Loki, sino por lo que ofrece: el espectáculo por el espectáculo, sin demasiada lógica argumental.

Para los que hemos crecido al calor de estos cómics, la película es un pequeño goce. Uno tiene que olvidarse de que está delante de una pantalla de cine y recordar las sensaciones (el sentido de la maravilla) que provocaban estas historias en nuestras mentes impresionables, en una época en la que la informática estaba en pañales y los cómics eran el no va más (después del cine) para acercarse a las tendencias culturales del otro lado del charco, aunque nos llegaran con más de un año de retraso. En este sentido la película ofrece lo que promete: dos horas y media de puro espectáculo en las que lo que menos importa son los motivos que tienen los villanos para invadir la Tierra por enésima vez, lo verdaderamente interesante es ver al Capitán América, Thor, Iron Man y Hulk repartiendo tortas a diestro y siniestro. A veces uno necesita alejarse de ejercicios intelectuales y volver a la nostalgia.

Pero sería injusto si no intentara ser un poco más objetivo en este breve artículo. Dejando de lado sus magníficas e inverosímiles escenas de acción, lo mejor de "Los Vengadores" es el tratamiento de las relaciones entre los personajes, pues en el choque de egos de héroes tan poderosos donde está la auténtica esencia de la serie de cómics. Ya se intuye que la pureza e integridad de Steve Rogers no es compatible con la mente caótica y genial de Tony Stark, que se toma la vida (y las misiones) como una gran broma a la que hay que sacarle todo su jugo. Aquí el modelo es mucho más adecuado para una adaptación cinematográfica: la magnífica serie "The Ultimates", una adaptación de "Los Vengadores" al espíritu del siglo XXI concebida por Mark Millar. En medio de ellos, dos fuerzas de la naturaleza desatadas: un Thor algo descafeinado, para el que yo hubiera elegido un actor con mucha más presencia y carisma y un Hulk totalmente salvaje, cuya interpretación del doctor Banner por Mark Ruffalo es de lo mejor de la función: un hombre atormentado que comprende la importancia de su papel en todo este drama, pero en el fondo sólo quiere que le dejen en paz, porque tiene mucho más miedo de sí mismo que del enemigo, unos descafeinados extraterrestres que salen de la nada para volver a ella al poco tiempo derrotados estrepitosamente y con bastante facilidad por los superhéroes. Este es el gran error de la película: en ningún momento el enemigo (cuyas motivaciones y planes son bastante confusos) con Loki a la cabeza, dan sensación de verdadero peligro. Más son una excusa para que Los Vengadores exhiban su fuerza ante el mundo, justificando así la necesidad de su existencia ¿no suena eso a cierto país del que se decía que poseían armas de destrucción masiva y había que aplastarlo? Está bien que el personaje de Nick Furia sea oscuro y oculte muchos secretos. Esperemos que en las próximas entregas presten tanta atención a los enemigos como a los héroes y se inspiren en algunas buenas historias que protagonizaron estos personajes en su edad dorada.