domingo, 29 de abril de 2012
EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS (1989), DE PETER WEIR. ADIÓS MR. KEATING.
Pocas películas han suscitado un debate tan intenso y apasionado entre los asistentes al ciclo "Literatura y cine" como ésta. Y es que resulta un gran error trasladar las circunstancias de esta historia, que transcurre en un elitista colegio de los años cincuenta del pasado siglo a los males educativos de la actualidad en España.
Lo cierto es que yo intenté centrar la discusión en la figura del profesor Keating. ¿Es el héroe o el villano del film? Si nos atenemos a la opinión dominante, Keating aparece como el maestro que todos hubiésemos querido tener: un tipo simpático, que entiende la labor educativa como un espectáculo lúdico en el que busca el máximo protagonismo: necesita ser querido por sus alumnos, los cuales responden endiosándole y poniendo en práctica sus consejos y sentencias, a pesar de que algunos de ellos violan el orden establecido en la institución educativa.
Hablar de esta manera no quiere decir que yo esté ni mucho menos próximo a posiciones conservadoras ni sea partidario de una educación rígida que ahogue el pensamiento creativo del alumno en un ideario determinado. Nada de eso, pero es que no me gustan los extremos y los métodos del profesor Keating son extremistas en sentido contrario, porque lo que consiguen es manipular a unos alumnos adolescentes e impresionables, que se encuentran en plena construcción de su personalidad. Decirles que hay que vivir el día como si no hubiera mañana o que son libres como el viento está muy bien, pero reiterárselo todos los días y basar las clases en pequeñas transgresiones vacías de contenido puede tener un efecto desconcertante. Las mentes jóvenes aman la libertad y son creativas por sí mismas. Es bueno que estas cualidades se estimulen, pero hasta cierto punto. También es necesaria cierta disciplina, que, por cierto, la escuela les ofrece en exceso. Tenemos aquí el enfrentamiento entre dos fuerzas extremas y opuestas, que al final acaba en desastre, sobre todo para la reputación de Keating, por mucho que se le homenajee en la escena final.
Observando estrictamente sus valores cinematográficos, "El club de los poetas muertos" es una película entretenida y bien dirigida, por un Peter Weir que se ha ido consolidando como uno de los mejores directores de nuestro tiempo. En cualquier caso, un análisis un poco más profundo desvela fallos de guión que abundan en el extremismo de sus propuestas: ¿es creíble que un padre sea tan estricto hasta el punto de no dejar a su hijo participar en una obra de teatro, a pesar de haber sacado sobresalientes en todas las asignaturas? ¿y que el hijo acabe tomando la resolución de suicidarse después de que su padre amenace con enviarlo a una escuela militar? Esto es dramatismo puro y duro, encajado de cualquier manera para hacer avanzar la historia. Yo la hubiera acabado de otra manera: el muchacho obedece a su padre, estudia la carrera de medicina y acaba conociendo al doctor House, que se convierte en un verdadero padre para él. Hubiera sido mucho más coherente.
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¡Caray, pero qué de acuerdo estoy con todo lo que dices! como exprofe de adolescentes y como cinéfila.
ResponderEliminarLo único que no suscribo es lo del Doctor House, porque no tengo idea de quién es.
Un abrazo
Victoria
Gracias Victoria. Respecto a lo del doctor House, es una pequeña broma relacionada con que el actor que interpreta al alumno que se suicida es el mismo que años después interpretará al doctor Wilson en la famosa serie "House", de la que te recomiendo un visionado si todavía no la conoces. Yo he visto por ahora las tres primeras temporadas y me resulta muy adictiva(no tanto como "Mad Men" o "Los Soprano", pero si lo suficiente).
ResponderEliminarAbrazos.