Howard Fast fue un autor bastante popular en la España de los años setenta. Dan fe de ello los numerosos volúmenes de su obra que pueden encontrarse en rastros y librerías de viejo. Es en su novela "Espartaco" en la que se fijó Kirk Douglas para adaptarla al cine protagonizada por él mismo y dirigida por un joven Stanley Kubrick. Del guión se encargó Dalton Trumbo.
Fast tuvo el valor de pertenecer al Partido Comunista estadounidense en una época en la que las personas de dicha ideología eran catalogadas como "el enemigo" por el gobierno y gran parte de la población. Su literatura estaba al servicio de sus ideas progresistas. Después de ser encarcelado, tuvo que seguir escribiendo con seudónimos, pero sus libros siempre se vendieron muy bien.
El caso de Sacco y Vanzetti conmocionó a Estados Unidos y llegó a tener repercusión a nivel mundial. Se trataba de dos trabajadores de ideología anarquista que fueron detenidos como sospechosos de un robo con violencia con resultado de asesinato. Las pruebas del proceso nunca fueron concluyentes . Los testigos se contradecían y no podían afirmar perentoriamente que los acusados fueran los mismos hombres que vieron huir en coche del lugar de los hechos. Las pruebas de balística también fueron chapuceras. Entre juicios y apelaciones transcurrieron siete años de agonía para Sacco y Vanzetti, que siempre se declararon inocentes. Para Fast, se trató de auténticos mártires, chivos expiatorios cuya muerte debía servir de ejemplo en un momento complicado para los Estados Unidos, cuando el movimiento obrero se estaba organizando cada vez con más efectividad y el terrorismo anarquista se había convertido en un peligro real. En realidad, el efecto fue el contrario, pues, en una emocionante movilización a nivel global, trabajadores de todo el mundo salieron a la calle para pedir clemencia para ambos presos. El gobernador que puede conceder clemencia, aparece como un ser cínico, más preocupado por su futura carrera a la presidencia de la nación que por la justicia del caso.
Si Fast se centra en su narración en los últimos momentos de vida de ambos acusados y en las reacciones que produce la próxima ejecución de la sentencia, la película que realizó en 1971 Giuliano Montaldo se centra sobre todo en el juicio y da por sentado que las pruebas se manipularon, apareciendo Sacco y Vanzetti como trabajadores concienciados, a la vez enemigos y víctimas de un sistema que no muestra piedad alguna por los desfavorecidos. Howard Fast transcribe el alegato final de Vanzetti, que ya se sabe condenado a muerte junto a su compañero:
"Quiero decir esto: que no le deseo a un perro ni a una serpiente, al ser más bajo y despreciable de la tierra, no le deseo lo que yo he tenido que sufrir por crímenes de los que no soy culpable. Pero mi convicción más profunda es que yo he sufrido por otros crímenes, de los que sí soy culpable.
Yo he sufrido y sufro porque soy un militante izquierdista, y es cierto, lo soy. Porque soy italiano, y es cierto, lo soy. He sufrido más por lo que creo que por lo que soy; pero estoy tan convencido de estar en lo cierto, que si ustedes pudieran matarme dos veces, y yo pudiera renacer otras dos volvería a vivir como lo he hecho hasta ahora."
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