lunes, 20 de febrero de 2012

EL SALARIO DEL MIEDO (1953), DE HENRI-GEORGES CLOUZOT. RUTA SUICIDA.


Hay ocasiones en las que uno se pone a visionar una película con buenas expectativas y estas se van acrecentando minuto a minuto hasta que se convierte en una de tus favoritas. Esto me ha sucedido con esta maravillosa producción franco-italiana, basada en una novela francesa del mismo nombre.

"El salario del miedo" nos presenta a un grupo de occidentales atrapados sin dinero en un país hispanoamericano (presumiblemente México) donde imperan el aburrimiento y la pobreza. La única esperanza de mejorar la vida es ser llamado por la compañía estadounidense que explota los cercanos pozos petrolíferos y que son los auténticos amos de la región, haciendo y deshaciendo a su antojo, hasta el punto de que no tienen que rendir cuentas a nadie por las muertes que se produzcan en su explotación. Un auténtico Estado dentro del Estado, objeto de deseo para las almas perdidas que deambulan por un pueblo polvoriento y dejado de la mano de Dios.

Tras un primer tercio que sirve para conocer a los personajes, se presenta la situación que deben afrontar: la empresa está dispuesta a pagarles dos mil dólares si son capaces de transportar dos camiones repletos de nitroglicerina a través de una carretera que se encuentra en un estado deplorable. Aceptar el encargo es enfrentarse a una muerte casi segura, pero aún así la desesperación, la oportunidad de empezar de nuevo en otro país pueden con el miedo. ¿O no? Una vez que comienza la ruta, cuando la muerte está sobrevolando a cada metro, es cuando surge el verdadero espíritu de estos hombres.

Realmente al espectador no se le da respiro, puesto que Clouzot sabe transmitir una tensión constante, como si de otro Hitchcock se tratara. Pocas películas habrá que con tan pocos medios consigan un resultado tan redondo. Es imposible terminar de verla y no sentir un inmenso desasosiego, porque lo que nos han contado es perfectamente verosímil: la desesperación, la falta de expectativas llevan al hombre a arriesgar la vida si es necesario para tratar de encontrar una salida. Estos hombres esforzados, sudorosos y llenos de miedo son la expresión más auténtica de la tragedia de los perdedores de este mundo.

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