Hace un par de semanas recibí una carta del escritor cubano René Vázquez Díaz, que iba a presentar su novela autobiográfica "Ciudades junto al mar", publicada por Alianza Editorial, en el Centro Andaluz de las Letras y me pedía un encuentro más informal y cercano con algunos miembros de clubes de lectura malagueños. El encuentro tuvo lugar el miércoles pasado en una cafetería céntrica.
Los nervios que llevaba conmigo cuando llegué a la cita se disiparon enseguida cuando conocí al escritor. René es un hombre muy expresivo. Mueve continuamente las manos para apoyar sus argumentos, siempre con una sonrisa en su rostro. Se ve que es una persona experta en el arte de vivir y un apasionado de su trabajo. Aún en los pasajes más crudos de su autobiografía siempre hay espacio para lo positivo, que es el continuo aprendizaje que otorga la experiencia, sobre todo para un aspirante a escritor que debe observar la vida con cierto distanciamiento para posteriormente plasmarla en su obra.
Le preguntamos a René como se veía la terrible crisis económica española desde Suecia. Nos contestó que con mucha perplejidad, puesto que nuestro país es visto allá como una gran potencia cultural y económica y están seguros de que saldremos adelante. Se habló también de Cuba, por supuesto y de las dificultades de escribir una autobiografía, que es como una especie de confesión que el escritor practica consigo mismo y, después, con los demás. Es curioso que el autor haya escrito esta obra dos veces, primero en sueco y luego, sin traducirla, en español. También él me hizo algunas preguntas acerca de mis impresiones como lector. Ha prometido seguir manteniendo el contacto con el club y avisar con tiempo de su próxima visita para organizar una sesión en torno a alguna de sus obras.
Les dejo aquí este párrafo, una interesante reflexión sobre la vida en las ciudades:
"Todas las ciudades existen para que uno las visite, le escribí. O para quedarse en ellas. Tú recorres sus calles y sus plazas y vives en sus casas. Pero a la ciudad no le importas nada. Ella, simplemente, está ahí para que realices tus sueños o te entierren con ellos. Moradas. Fachadas. Alamedas. Coches. Seres como sombras y sombras de seres, que se alejan cada vez más de sí mismos. Silencios y ruidos. Parques y comercios. Días laboriosos y largas noches. Semáforos, cementerios, basureros. Niños que repentinamente envejecen y mueren, sin dejar huellas en las esquinas. La muerte está siempre presente. Pero las ciudades están hechas para que uno no piense en ella. La gente nace en las ciudades, otras pasa de largo. Cuando alguien desaparece, la ciudad ni se entera y otros ocupan su puesto en casas, calles y oficinas. Párate en cualquier esquina: ¿cuántas sombras no han pasado por allí mismo, a lo largo de los años? Las ciudades que no están junto al mar son vanidosas. De verdad se creen que todos los caminos conducen a ellas. Sin embargo, en las ciudades junto al mar los muelles, las playas y los puertos nos recuerdan que hay horizontes y mundos a los que se llega sin caminos. Stina, escribí, toda ciudad existe para que uno la abandone."
Aquí el enlace al artículo:
Miguel, la verdad que el carisma del autor invita a leer el libro. Por lo que he leído a salto de página me ha gustado su forma de escribir.
ResponderEliminarYa te comentaré cuando lo acabe.
abrazos
L;)
Lo cierto es que el libro es interesante de principio a fin. Y leerlo, habiendo conocido tan de cerca al autor, es todo un privilegio.
ResponderEliminarSaludos.