Tuve que ir a votar a un colegio de monjas y cuando llegué estaban celebrando una misa multitudinaria. Quizá se rezaba para evitar sorpresas de última hora, los cristianos son gente precavida. Cuando intenté señalar a mis candidatos para el Senado me dí cuenta de que no había bolígrafos. Una señora, interventora del PP, muy arreglada para celebrar tan alta ocasión, me prestó uno. Me incliné para hacer mis cruces y advertí que la señora me miraba indisimuladamente por encima del hombro. Supongo que se lamentaba de que su bolígrafo no le estaba prestando el servicio que esperaba. Una vez que introduje los sobres en la urna recordé que yo estoy en contra del Senado. Demasiado tarde, me dije. Quizá dentro de cuatro años recuerdes a tiempo tus ideas radicales. También estoy en contra de las Diputaciones, pero como éstas no se votan, es más fácil ser coherente con mis ideas.
Una vez abandonado el santuario de la democracia, empezó a llover. Hubo tormenta toda la tarde, como metáfora de lo que nos espera. Ya a la hora de irse a la cama apareció Rajoy en televisión para felicitar a los españoles y a sí mismo. Por lo visto, esta mañana ya le llamó Merkel para darle las primeras instrucciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario