miércoles, 12 de mayo de 2010

ESE OSCURO OBJETO DEL DESEO (1977), DE LUIS BUÑUEL. EL TESTAMENTO DE UN GENIO.


Luis Buñuel, uno de los grandes directores de la historia, se despidió del cine a lo grande, con esta historia que es una especie de resumen de sus obsesiones y de su manera de entender la relación con el espectador.

Como en "Viridiana" o en "Tristana", Fernando Rey vuelve a ser un galán maduro, adinerado e imposible. El objeto de su deseo, Conchita, es interpretado por dos actrices, la fría Carole Bouquet y la más ardiente Ángela Molina, que se completan a la perfección a la hora de definir a un personaje que se mueve entre la ingenuidad, su presunta inexperiencia y la utilización ventajista (aunque no la explota al máximo) de su relación con don Mateo Faber.

La historia está estructurada como el relato con que don Mateo deleita a sus compañeros en un compartimento ferroviario durante un viaje de Sevilla a Madrid: la historia de su pasión frustrada por una joven que enciende su llama para después apagarla repentinamente, de su paciencia, de sus angustias, de sus esperanzas, de sus sufridos pasos del amor al odio... Todo ello sazonado con algunas dosis de surrealismo, como la memorable escena en la puerta de la catedral de Sevilla, donde unas gitanas enseñan a los protagonistas a su churumbel, que resulta ser un cerdito.

Por si no se ha dicho lo suficiente, esta es otra muestra del genio interpretativo de Fernando Rey, en un papel a su medida, dotado de todos los matices y cambios de estado posibles, un personaje capaz de soportar todas las humillaciones sin perder por completo su dignidad.

Y que despedida la de Buñuel, con una última escena digna de un ser pesimista y obsesionado con el sexo y la muerte. Inolvidable.

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