lunes, 3 de mayo de 2010

ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS (2010), DE TIM BURTON. ALICE RETURNS.


Hace un año, a raíz del estreno de "Monstruos contra alienígenas" publiqué un artículo bastante elogioso con la incipiente tecnología de 3D. No es que creyera que iba a ser algo revolucionario o positivo para el cine, pero me pareció una innovación lo suficientemente llamativa, por lo novedoso, como para confiar en que se usara sabiamente. Esto es lo que ha sucedido por ejemplo en "Avatar", que fue filmada con cámaras especialmente preparadas en este sistema. Pero, un año después, proliferan las películas en la que la técnica de 3D se ha añadido después y no durante la filmación de las mismas, dando así un resultado bastante penoso a ojos del espectador.

Cualquier estreno firmado por Tim Burton merece la consideración del cinéfilo. Durante los últimos años ha sido uno de los pocos directores de Hollywood con un estilo personal e inimitable. Para mí su mejor película sigue siendo "Ed Wood", un portentoso retrato del que fue llamado "peor director de la historia", realizado de manera muy respetuosa. Así que, la adaptación de la novela de Lewis Carroll podría tratarse de un nuevo vehículo para el lucimiento de este director. De hecho, "Alicia en el País de las Maravillas" y "A través del espejo" se emparentan perfectamente con el estilo de Burton, que combina a la perfección la crueldad de las fábulas infantiles con escenarios siniestros y personajes grotescos.

Lo cierto es que la película no comienza del todo mal, aunque tenga uno que acostumbrarse a que la tecnología 3D en esta ocasión produzca un extraño acartonamiento en los personajes. Alicia ha crecido, y esta en edad de comprometerse matrimonialmente. Pero Alicia sigue siendo en cierto modo aquella niña imaginativa que conocimos los lectores de Carroll, por lo que siempre busca algo más en el aburrido mundo real, aunque ese algo más resulte del todo imposible. El mejor momento se alcanza cuando la protagonista abandona precipitadamente su propia ceremonia de pedida de mano e intenta alcanzar al conejo del reloj, el mismo que vio de niña, mientras suena la música de Danny Elfman como preludio a la entrada al reino de la fantasía.

Pero a partir de ahí, cuando el espectador debería ser transportado al País de las Maravillas, en realidad se le transporta a una especie de videojuego-homenaje al libro de Lewis Carroll y a la película de Walt Disney. Como ya es conocido, Alicia debe hacerse alternativamente grande y pequeña para entrar en el país. Hasta a los propios habitantes que observan a la muchacha les resultan tediosas sus acciones, por haberse visto mil veces antes. Desde ese momento, lo único que tendrá que hacer Alicia es ir superando pruebas rodeada de personajes generados por ordenador. Los pocos actores que pululan por ahí tampoco cuentan demasiado, porque sobreactuan en el mejor de los casos. Lo único salvable es la ambientación, donde si que se nota la mano de Burton, tan cuidada como en sus anteriores filmes.

En cualquier caso puede salvarse algunas imágenes inquietante, que paradójicamente son los recuerdos del anterior viaje de Alicia, cuando era una niña inocente y podía aceptar de manera más natural la absurda vida de los habitantes del País de las Maravillas. Esta Alicia ya mujer está convencida de estar sumergida en las imágenes de su propio sueño, por lo que está convencida de que al despertar todo desaparecerá. Los demás personajes intentan convencerla de que el País de las Maravillas es real. Quizá si se hubiera explorado más profundamente está relación entre el sueño y la realidad, la película hubiera sido más interesante, pero Tim Burton decidió en esta ocasión abordar el encargo sin arriesgar lo más mínimo. La conclusión final es que se trata de un mero divertimento caro e innecesario, que no aporta nada nuevo a lo que ya sabiamos acerca del mundo de Lewis Carroll.


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