Reconozco que es una película que gustará especialmente a los frikis que han crecido leyendo cómics Marvel, entre los que me cuento, pero también merece la pena como espectáculo y para ver un buen recital interpretativo de Robert Downey Junior. Aquí el enlace a la crítica:
La relación entre el cómic de superhéroes y el cine
es ya antigua. Los productores cinematográficos cuentan con una apuesta
casi segura a la hora de adaptar a unos personajes que ya son populares
para el gran público, que ha crecido leyendo sus aventuras y una
perfecta excusa para llenar la gran pantalla de la espectacularidad que
se busca en estos tiempos para hacer caja.
Bien es cierto que las nuevas tecnologías de efectos especiales y tres dimensiones están siendo un buen banderín de enganche para atraer al público a las salas. Pero todo esto falla si no se tiene en cuenta un elemento fundamental, mucho más importante que los dos anteriores: contar con un buen guión y unos buenos personajes. "Iron Man 2" sale airosa de la prueba, lo cual, conociendo el Hollywood actual, es ya decir demasiado.
La primera aparición de Iron Man en el cómic se remonta a 1963, en el marco de la renovación que Stan Lee le dio al género súper heroico en la editorial Marvel. Dicha innovación consistió fundamentalmente en humanizar al héroe, a conseguir que el lector se interesara tanto o más de los problemas cotidianos de la persona detrás de la máscara que de las batallas contra el supervillano de turno. El superhéroe de transforma en alguien imperfecto, un ser sufriente y abrumado por inmensas tareas con el que los fans pueden identificarse.
Un perfecto ejemplo de este modelo es Tony Stark. Stark es un empresario vividor y mujeriego, aunque también un inventor genial, heredero de una de las multinacionales más influyentes. La historia de su transformación en Iron Man es bien conocida: capturado por un ejército hostil (que pueden ser los vietnamitas, los iraquíes o los afganos, según la época en la que se narre la historia), construye en tiempo récord una armadura que, además de para escapar, le sirve para mantener con vida su frágil corazón.
Una de las mejores representaciones de Tony Stark puede verse en el cómic "The Ultimates", con un guión magistral de Mark Millar. Se trata de una aproximación más realista al mito del superhéroe, donde Stark es presentado como un genio mujeriego capaz de realizar varias tareas a la vez. La representación gráfica de Bryan Hitch resulta ser la de un Tony Stark con los rasgos del actor Robert Downey Junior, varios años antes de estrenarse la primera película...
Precisamente la actuación de Robert Downey Junior en el papel principal resulta ser el mayor acierto de las dos películas. Downey parece haber nacido para interpretar a Stark y a sus contradicciones. Sabe dar la imagen de personaje frívolo, ocurrente, alcohólico, mujeriego, que en el fondo resulta ser responsable y heroico a su pesar. Durante esta segunda parte estará un poco de vuelta de todo, intentando dar un poco de orden a su legado, dado que parece que la solución provisional a su problema de corazón comienza a fallar.
Aparte de la buena actuación del protagonista, que sabe erigirse en la mejor atracción de este circo, la película funciona bien como espectáculo, con escenas de acción bien planificadas y dosificadas, pero no tanto cuando recogen el testigo unos personajes secundarios escasamente carismáticos, Mickey Rourke incluido, que interpreta con poca convicción a un enemigo poco amenazante para Iron Man.
Respecto a la historia, hay que decir que cuenta con un buen punto de partida, con el Gobierno estadounidense cuestionando que la tecnología bélica de Tony Stark puede estar en manos privadas dando lugar al debate acerca de si puede privatizarse la seguridad de un país. Pero a partir de ahí el guión naufraga y se dirige hacia territorios demasiado conocidos y solo remonta el interés gracias a la espectacularidad de sus secuencias de acción, por lo que esta es una película idónea para ver en pantalla grande.
Otro de los grandes lastres del guión es que la narración no se centra en las vicisitudes de Stark, sino que a veces se lleva de manera algo forzada a las apariciones de un descafeinado Samuel L. Jackson como Nick Furia, que se encuentra realizando fichajes para completar la plantilla de un supergrupo de nombre bien conocido para cualquier aficionado a los cómic Marvel: los Vengadores, película anunciada para estrenarse dentro de dos años. Antes se le dedicarán sendas producciones a otros dos miembros del grupo: el Capitán América y Thor. En este contexto, los más frikis deben quedarse en el asiento del cine hasta más allá de los títulos de crédito finales. Les espera una sorpresa.
Bien es cierto que las nuevas tecnologías de efectos especiales y tres dimensiones están siendo un buen banderín de enganche para atraer al público a las salas. Pero todo esto falla si no se tiene en cuenta un elemento fundamental, mucho más importante que los dos anteriores: contar con un buen guión y unos buenos personajes. "Iron Man 2" sale airosa de la prueba, lo cual, conociendo el Hollywood actual, es ya decir demasiado.
La primera aparición de Iron Man en el cómic se remonta a 1963, en el marco de la renovación que Stan Lee le dio al género súper heroico en la editorial Marvel. Dicha innovación consistió fundamentalmente en humanizar al héroe, a conseguir que el lector se interesara tanto o más de los problemas cotidianos de la persona detrás de la máscara que de las batallas contra el supervillano de turno. El superhéroe de transforma en alguien imperfecto, un ser sufriente y abrumado por inmensas tareas con el que los fans pueden identificarse.
Un perfecto ejemplo de este modelo es Tony Stark. Stark es un empresario vividor y mujeriego, aunque también un inventor genial, heredero de una de las multinacionales más influyentes. La historia de su transformación en Iron Man es bien conocida: capturado por un ejército hostil (que pueden ser los vietnamitas, los iraquíes o los afganos, según la época en la que se narre la historia), construye en tiempo récord una armadura que, además de para escapar, le sirve para mantener con vida su frágil corazón.
Una de las mejores representaciones de Tony Stark puede verse en el cómic "The Ultimates", con un guión magistral de Mark Millar. Se trata de una aproximación más realista al mito del superhéroe, donde Stark es presentado como un genio mujeriego capaz de realizar varias tareas a la vez. La representación gráfica de Bryan Hitch resulta ser la de un Tony Stark con los rasgos del actor Robert Downey Junior, varios años antes de estrenarse la primera película...
Precisamente la actuación de Robert Downey Junior en el papel principal resulta ser el mayor acierto de las dos películas. Downey parece haber nacido para interpretar a Stark y a sus contradicciones. Sabe dar la imagen de personaje frívolo, ocurrente, alcohólico, mujeriego, que en el fondo resulta ser responsable y heroico a su pesar. Durante esta segunda parte estará un poco de vuelta de todo, intentando dar un poco de orden a su legado, dado que parece que la solución provisional a su problema de corazón comienza a fallar.
Aparte de la buena actuación del protagonista, que sabe erigirse en la mejor atracción de este circo, la película funciona bien como espectáculo, con escenas de acción bien planificadas y dosificadas, pero no tanto cuando recogen el testigo unos personajes secundarios escasamente carismáticos, Mickey Rourke incluido, que interpreta con poca convicción a un enemigo poco amenazante para Iron Man.
Respecto a la historia, hay que decir que cuenta con un buen punto de partida, con el Gobierno estadounidense cuestionando que la tecnología bélica de Tony Stark puede estar en manos privadas dando lugar al debate acerca de si puede privatizarse la seguridad de un país. Pero a partir de ahí el guión naufraga y se dirige hacia territorios demasiado conocidos y solo remonta el interés gracias a la espectacularidad de sus secuencias de acción, por lo que esta es una película idónea para ver en pantalla grande.
Otro de los grandes lastres del guión es que la narración no se centra en las vicisitudes de Stark, sino que a veces se lleva de manera algo forzada a las apariciones de un descafeinado Samuel L. Jackson como Nick Furia, que se encuentra realizando fichajes para completar la plantilla de un supergrupo de nombre bien conocido para cualquier aficionado a los cómic Marvel: los Vengadores, película anunciada para estrenarse dentro de dos años. Antes se le dedicarán sendas producciones a otros dos miembros del grupo: el Capitán América y Thor. En este contexto, los más frikis deben quedarse en el asiento del cine hasta más allá de los títulos de crédito finales. Les espera una sorpresa.
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