jueves, 29 de abril de 2010

SEÑALES DEL FUTURO (2009), DE ALEX PROYAS. EL DÍA DEL FÍN DEL MUNDO.


El determinismo es la teoría que dicta que todos los acontecimientos tienen un sentido secuencial, por lo que el futuro sería predecible contando con los instrumentos adecuados para ello. En sentido contrario, la teoría del azar o del caos postula que somos frutos de la mera casualidad y que es imposible encontrar un sentido a los acontecimientos que van sucediendo.

El protagonista de esta cinta es un hombre de ciencia que aboga por la primera postura. Perdió a su mujer en circunstancias dramáticas y vive con su hijo una existencia casi monacal. El descubrimiento en una cápsula del tiempo de medio siglo de antigüedad de un papel repleto de números que predecían catástrofes ya sucedidas y otras por suceder va a tener una terrorífica irrupción en su vida.

Con estas premisas Alex Proyas construye una película de planteamiento y desarrollo muy interesantes narrada con una perfecta dosificación de secuencias de intriga (la investigación de John Koestler, un hombre que a punto está de caer en los abismos de la locura al descubrir como sus ideas racionales se derrumban una tras otra) con otras verdaderamente estremecedoras, como la del accidente de avión, que juega con nuestros miedos más arraigados en esta sociedad tan dependiente de la tecnología y el cientificismo, que intenta dominar el gobierno del azar sobre el mundo y no siempre es capaz de ello.

Es a través de estas inevitables reflexiones acerca del significado, o de la falta de él, del lugar del hombre en el universo cuando la película de Proyas alcanza sus mejores logros. Las secuencias de exteriores, casi siempre adornadas por hojas que caen de los árboles son una perfecta metáfora de la caducidad de la madre tierra, que creemos eterna, pero que algún día dejará de existir, tal y como ocurrirá con nosotros mismos. Todos viviremos en algún momento nuestro pequeño apocalipsis, aunque no queremos creerlo ni pensar en ello.

Como suele suceder en este tipo de producciones, el final no cumple las expectativas de una narración interesante y reflexiva, aunque en conjunto se eleva bastante por encima de las historias sobre el fín del mundo que tanto proliferan por Hollywood en los últimos tiempos. Al menos en esta ocasión alguien ha escrito un guión medianamente decente.

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