sábado, 24 de abril de 2010

EL VIZCONDE DEMEDIADO (1952), DE ITALO CALVINO. MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL.


Me gusta el clasicismo que Italo Calvino imprime a sus narraciones, aunque esa apreciación solo se adquiera con una lectura superficial. En realidad, el autor italiano nacido en Cuba sabe aunar realismo y fantasía de una manera magistral, haciendo coherentes los disparates de los que se sirve para concluir con una moraleja final, cuyo sentido deberá interpretar cada lector.

El vizconde Medardo de Terralba parte para la guerra como un soldado ingenuo que nunca ha visto un campo de batalla. Va a ser su auxiliar el que, a modo de guía de los infiernos, aclara a Medardo el sentido de los horrores que va encontrando conforme se aproxima al campamento cristiano. La descripción del caos y crueldad de la guerra es de un realismo apabullante y sin concesiones, cuyo punto culminante es la herida que recibe el protagonista, que queda literalmente partido en dos mitades.

La mitad derecha (la mala), va a volver a su lugar de origen para sembrar el terror entre sus habitantes, tanto por su aspecto como por sus acciones. Ejercerá un poder absoluto y corrupto que solo va a poder ser compensado con el regreso de su otra mitad, la izquierda, una figura mansa que ha heredado la ingenuidad del vizconde original, repleta de buenas intenciones, pero cuyas acciones se aproximan más a la beatería que al bien verdadero.

Lo que Calvino viene a decirnos es que no existen ni el bien ni el mal absolutos ni la posibilidad de ejercerlos sin causar transtornos a los semejantes. Es mejor que las acciones estén impulsadas por la inteligencia y el conocimiento que por los impulsos más primarios. La novela contiene también una interesante reflexión acerca del dualismo humano, no tanto inspirado en la idea de cuerpo y espíritu, como en buenas y malas intenciones. ¿Es recomendable una visión absolutista y sesgada de las cosas tal y como recomienda la parte mala de Medardo?:

"Ojalá se pudieran partir todas las cosas enteras (...) así cada uno podría salir de su obtusa e ignorante integridad. Estaba entero y todas las cosas eran para mí naturales y confusas, estúpidas como el aire; creía verlo todo y no veía más que la cáscara. Si alguna vez te conviertes en la mitad de tí mismo, muchacho, y te lo deseo, comprenderás cosas que escapan a la normal inteligencia de los cerebros enteros. Habrás perdido la mitad de tí y del mundo, pero la mitad que quede será más profunda y valiosa. Y también tú querrás que todo esté demediado y desgarrado a tu imagen, porque belleza y sabiduría y justicia existen solo en lo hecho a pedazos".

Una visión parecida a la que postulan los totalitarismos cuando promueven el llamado "hombre nuevo", un hombre demediado al extirparle la moral antigua y el sentimiento de piedad por los seres inferiores, un hombre con una visión del mundo clara y concisa, sin medias tintas, deseando destruir el mundo antiguo y crear uno nuevo que se asemeje a su idea de perfección.

1 comentario:

  1. un hombre partido en dos, esa dualidad que que a veces nos gusta, nos corrompe nos humaniza y destruye...Calvino, quizá visualizo al hombre del siglo XXI en su estado puro y medieval. edo

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