jueves, 1 de abril de 2010

LOS PRIVILEGIADOS.


Mañana marcho a Jerez, a pasar los días que restan de Semana Santa. Me entero leyendo el periódico que la Policía Local de esa ciudad está protestando contra el Ayuntamiento poniendo multas a lo loco. Parece ser que incluso están sancionando de manera totalmente arbitraria, sin infracción alguna por parte del conductor. Cuando éste expresa su legítima protesta, el policía le emplaza a reclamar a la alcaldesa.

A mí una vez me sucedió un caso parecido, pero fue en Marruecos, un país al que por cierto cada vez nos vamos pareciendo más. La arbitrariedad en quien ejerce un poder público siempre ha existido de una manera u otra, es inevitable, pero lo que está sucediendo últimamente sobrepasa todos los límites de lo tolerable. En otras palabras: se están riendo en la cara de los ciudadanos y estos (nosotros) aceptan pasivamente su desgracia.

Todos los años por estas fechas los ciudadanos deben padecer la tradicional huelga de los pilotos o de los controladores aéreos, dos colectivos que cuentan con privilegios impensables para otros grupos de trabajadores tan importantes como ellos. Este año les ha tocado a los empleados de RENFE. En realidad en este país solo los trabajadores más privilegiados, entre los que se cuentan, por supuesto, los funcionarios, tienen derecho a la huelga, por muy reconocida que esté en la Constitución (papel mojado para muchos ciudadanos). En los distintos trabajos que he desempeñado en mi humilde vida laboral el ejercicio del derecho de huelga era algo tan impensable como quemarse a lo bonzo para reivindicar algo. Eso me convierte en un ciudadano de segunda que tiene que tragar con lo que le echen, mientras otros se dan el lujo de protestar hasta por la plaza de aparcamiento que se les asigna.

El ex presidente de las Islas Baleares cobra una "pensión" de cinco mil euros facilitada por el Partido Popular (hay que recordar aquí que los partidos, además de por sus militantes, son financiados por los impuestos de todos los ciudadanos y son entes insaciables) mientras realiza otros dos trabajos excelentemente retribuidos. En unas declaraciones que, a mi parecer, le inhabilitan para siempre para ejercer el puesto de presidente de la Junta de Andalucía o cualquier otro cargo público, por sinvergüenza, Javier Arenas justifica este sueldazo como una ayuda para alguien que se ha quedado en paro. Y es que los políticos parecen vivir en otro planeta, en una realidad alternativa mucho mejor que ésta, la que hemos de sufrir la mayoría.

Poco a poco las condiciones de vida se van deteriorando. Contra lo que nos dijeron, somos los trabajadores los que vamos a pagar la crisis a base de sufrimiento y privaciones. A la anunciada subida del IVA se une, por poner un ejemplo, la de la gasolina, que últimamente sube a razón de un céntimo cada dos días. Para mayor escarnio, hace ya tiempo que las estaciones de servicio suprimieron al trabajador que te servía la gasolina. Ahora es uno mismo el que debe mancharse las manos y cuidarse de que las últimas gotas de combustible no le manchen los zapatos.

Este es el país en el que vivimos. En todo caso, lo de mi ciudad es especial y sintomático. En una gran urbe, donde, entre otros muchos problemas, un tercio de la población engrosa las listas del paro, la principal preocupación de la semana ha sido la rotura del lujoso palio de una Virgen en medio de una procesión, cuyo coste seguramente daría para comer durante meses a varias familias. No pretendo ser demagogo, pero las cosas no pintan bien con este panorama.

2 comentarios:

  1. Muchos de nosotros al leer cada dia las noticias, como síntesis de cuanto acabamos de leer, solo nos queda una pregunta: ¿Qué clase de drogas consumen algunos políticos?

    ResponderEliminar
  2. No se si consumirán algún tipo de droga, pero lo que está claro es que muchos de ellos viven de espaldas a la realidad de la mayoría de los ciudadanos y crean su pequeño mundo de poder y mezquindades.

    Saludos.

    ResponderEliminar