domingo, 10 de mayo de 2009
BUENAS NOCHES, Y BUENA SUERTE (2005) DE GEORGE CLOONEY. LA RESPONSABILIDAD DEL PERIODISTA.
En los años cincuenta, de la mano del inefable senador McCarthy, en los Estados Unidos se desató la histeria colectiva de la caza de brujas. Se suponía que aquel país era una democracia, pero en aquella democracia no tenían cabida las ideas comunistas. El comunismo representaba a la Unión Soviética. La Unión Soviética era el enemigo. Así de simple. Como es lógico las persecuciones indiscriminadas acaban dando lugar a graves abusos, a juicios sin pruebas y a procedimientos inquisitoriales, alentados por el clima de miedo de la guerra fría. Todo esto da lugar a un duelo entre el íntegro periodista Edward Murrow y el senador.
En aquellos años el medio televisivo estaba todavía en pañales, pero Murrow consiguió que sirviera para un fín noble: la defensa de la libertad de expresión y de la privacidad de los ciudadanos. Hoy día la televisión ha alcanzado su madurez y se ha conseguido lo que parecía prácticamente imposible: que no sirva absolutamente para nada y que destile basura por todos sus poros. Quizá exagero, pero al final de la película se nos dan algunas pistas de como hemos ido llegando paulatinamente a la situación actual en pos de lo que se supone que la gente busca cuando se sienta en su sillón ante la caja tonta.
David Strathairn realiza un trabajo impresionante como Murrow, un periodista que transmite integridad y cuyas palabras veraces y llenas de sentido común acaban poniendo contra las cuerdas al senador en su particular combate. Es un tipo serio que cree que puede realizarse una televisión de calidad y servicio ciudadano y lo dice sin pelos en la lengua. ¿Qué dirían hoy los responsables televisivos? ¿Se reirían de sus palabras o directamente lo ignorarían? Realmente quien quiera encontrar un poco de calidad periodística debe acudir a los medios impresos y esforzarse un poco en leer. Cada vez menos gente lo hace, por mucho que se diga y se repite que los periodicos tradicionales están en peligro por culpa de este oasis de libertad que es internet. Realmente el espíritu crítico de la mayoría de la población está por los suelos, si exceptuamos el fútbol, la prensa del corazón o la situación personal de cada cual en el entorno inmediato. Poca gente goza hoy de visiones globales de nuestra situación y hay muchísimos problemas que nos afectan de los que apenas tenemos noticias, porque no interesa que se difundan. El periodismo de hoy en día son pequeñas píldoras. Los árboles nos impiden ver el bosque.
Películas como esta, rodada valientemente en blanco y negro, con austeridad y elegancia, nos recuerdan cual debería ser la función del periodista más allá de la supuesta objetividad informativa. Si estrapolamos la situación que se narra en el film a nuestros días podemos observar un paralelismo claro entre McCarthy y Bush. Mientras al primero se le logró parar los pies y fue reprobado por sus propios compañeros, el segundo, que ha sido infinitamente más dañino para su país y el resto del mundo se ha ido de rositas sin ningún Murrow que se enfrente abiertamente a él, al menos en su primer mandato. Su equivalente más inmediato sería Michael Moore, cuyos documentales se quedan a medio camino entre el alegato, el espectáculo y la denuncia, aunque bien es cierto que la austeridad y el rigor de la televisión de los años cincuenta no son válidos para estos tiempos, siempre ansiosos de novedades, con lo cual el escándalo de hoy se habrá quedado obsoleto muy pronto, sustituido por otro de mucha mayor resonancia. El hilo de las informaciones se pierde y a veces no nos enteramos del final de historias periodísticas que fueron la estrella del día hace pocos meses.
No estaría de más, que nuestro presidente del gobierno, que escogió el título de esta película para despedirse de los telespectadores en los debates electorales de hace un año, tomara ejemplo de la honestidad de Morrow a la hora de informarnos de la realidad de esta crisis y dejara de hacer, quizá bienintencionados pero contraproducentes, castillos en el aire.
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La tómbola de Zapatero siempre toca, si no es un pito, una pelota.
ResponderEliminarBueno, lo cierto es que últimamente no para de dar palos de ciego. A ver si toma al fín alguna medida que podamos sentir los ciudadanos como un alivio a la actual situación.
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