lunes, 10 de octubre de 2011

EMPOTRADOS (1973), DE IAN WATSON. LENGUAJE Y CONOCIMIENTO.

Lo primero que llama la atención de esta veneradísima novela para los aficionados a la ciencia ficción es el espantoso título que se le puso en castellano. Hubiera quedado mejor algo así como "La incrustación", aunque tampoco demasiado. La idea que se quiere transmitir es la de que el ser humano, al recibir el idioma que va a utilizar el resto de sus días, está con ello recibiendo el instrumento con el que se va a enfrentar a la realidad, con el que va a definirla y con el que va a conquistar el conocimiento.

La narración de Watson presenta a varios personajes cuyas actividades van a confluir, quizá de un modo algo atropellado, en las conclusiones finales. Un lingüista que utiliza a un grupo de niños como ratas de laboratorio en la búsqueda de la lengua perfecta, un antropólogo que convive con una tribu en el Amazonas y el grupo de científicos encargados de contactar con los extraterrestres que visitan la Tierra con un fín muy especial.

Y es precisamente el personaje del extraterrestre el que más interés suscita en el lector. Es el representante de una raza que conoce el secreto de los viajes espaciales y que negocia con dicho conocimiento. Necesitan aprender los secretos de nuestro lenguaje (el de todos los seres humanos, que tiene raices comunes) como método para acercarse a la sabiduría absoluta:

"No puedes pretender explorar todas las fronteras de la realidad en un solo mundo contando únicamente con una especie inteligente que trabaje en el asunto. Eso no es ciencia. Es... solipismo. Pienso que es la palabra adecuada.

- Sí, ésa es la palabra para definir la realidad del pensante como única realidad."

Si uno piensa en profundidad en los planteamientos que propone "Empotrados", es inevitable sentir desasosiego y advertir lo lejos que estamos, no solo como individuos, sino también como especie, de las claves del conocimento. Muy inteligentes las ideas de Watson para su novela, lástima que su estilo no esté a la altura, ya que resulta muy incómodo, salta permanentemente de unas tramas a otras sin profundizar en ninguna. Como lector me gustaría haber leído más detalles acerca del experimento con los niños, de ese lenguaje superior que se les intenta inculcar y sobre los efectos de esa droga tan especial en el lenguaje de la tribu que investiga el antropólogo Darriand... En cualquier caso el final si me ha parecido digno de la fama de la novela. En él se sintetiza lo mejor y lo peor de la raza humana. Y queda en el aire una pregunta. ¿Cuál es el precio del conocimiento?

3 comentarios:

  1. Lo que yo aprendí de esta novela fue, sobre todo, la condición subjetiva de la realidad. Los extraterrestres de la novela viajan por el universo coleccionando cerebros de especies inteligentes. Cada cerebro contiene una concepción de la realidad expresada en un lenguaje inteligente. A partir de ellos esperan alcanzar un conocimiento cierto de una realidad objetiva que englobe y explique las infinitas realidades subjetivas.

    La motivación que dan los extraterrestres para haber emprendido esta aventura es que una vez fueron visitados por una representación de esa realidad objetiva que luego los abandonó y que los dejó en un estado de ansiedad existencial. Los terrestres a los que es relatada esta historia, inevitablemente, identifican a esta presencia con Dios.

    En el lenguaje está todo lo que somos, y a través de lo que somos vemos el mundo. Si desarrollamos el lenguaje humano al máximo de sus posibilidades de representación podríamos también ver la totalidad del mundo posible.

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  2. Otro descubrimiento, otro título que apunto en la libreta.
    Leí hace poco sobre el lenguaje y su influencia en los sentimientos de las personas en un fantástico libro, Metrópolis, y este creo que le viene bien como complemento.
    Un saludo

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  3. Francisco: A pesar de que yo le he visto algunos errores de estilo, muchas gracias por tu recomendación porque como novela de ideas es muy muy interesante.

    Mientrasleo: Es una lástima que la novela de Thea Von Harbou, la esposa de Fritz Lang no esté tan difundida como la película, pues no le va a la zaga en cuanto a calidad. Yo la leí hace ya muchos años y sé que tendré que hacerlo de nuevo en el futuro.

    Saludos a los dos.

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