Para Wolk los cómics Marvel componen una montaña inmensa que vale la pena explorar. No importa por dónde empieces a leerlos, siempre habrá huecos que deben ser completados con otros cómics y prácticamente nadie será capaz de tener una visión al cien por cien de los acontecimientos sucedidos en este complejo mundo, y más si tenemos en cuenta el concepto del multiverso. Pero lo verdaderamente importante es que el lector (y estos cómics están concebidos para gente de todas las edades) pase un buen rato y siempre quiera saber más. Lo cierto es que, en mi caso, empecé a frecuentarlos de niño y nunca ha terminado mi vinculación con ellos, aunque vuelva a ellos de forma muy esporádica. Existen auténticos aficionados que llevan décadas comprando estos cómics y han hecho suyos estos personajes, por lo que pueden llegar a convertirse en guardianes de la continuidad y la lógica interna de estas historias.
Como es lógico, el autor no tiene capacidad de narrar todo lo sucedido en más de sesenta décadas de cómics, por lo que escoge algunos recorridos temáticos - por ejemplo, la presencia de presidentes estadounidenses en los cómics Marvel - y expone una serie de números como ejemplo de la riqueza de contenido de estas historias que tantas lecturas diferentes admiten. Y es que, a diferencia de DC, que reinicia su Universo de vez en cuando, Marvel ha sabido salvaguardar su historia original con más o menos coherencia, añadiendo en el camino a miles de personajes y decenas de miles de historias para todos los gustos, aunque lo que impera en estas narraciones es el drama, el más difícil todavía en las vidas saturadas de unos héroes que siempre saben recomponerse para salvar la Tierra una y otra vez. Contra todo pronóstico, los cómics Marvel siguen publicándose y no parece que su final esté cerca, a tenor del éxito de su universo cinematográfico derivado.