Una más que interesante aproximación al mito de Sherlock Holmes a través de su implicación en un caso real: los crímenes de Jack el destripador. Aquí encontramos a un Holmes muy humanizado, un hombre que no da la apariencia de ser infalible y que resuelve sus casos con una dosis equilibrada de cerebro y acción. La versión de Watson está perfectamente encarnada por uno de mis actores favoritos del cine clásico, un James Mason que compone a un compañero del detective entrañable y capaz de tomar iniciativas propias para la resolución del caso. Lo más importante es que existe una indudable química entre la pareja que hace mucho bien a la película. Asesinato por decreto recrea un ambiente muy adecuado del Whitechapel donde sucedieron los crímenes y se alinea con la misma tesis que años después Alan Moore expondría en su magistral From Hell. Quizá la película sería más perfecta si los crímenes no hubieran sido rodados con tanto efectismo y más realismo, pero al final el resultado es el mismo, un Holmes ante un caso en el que se juega su reputación y en cuya resolución no van a ser castigados los culpables, tal y como está acostumbrado. Una película modélica que ofrece una impecable lección a quienes en los últimos tiempos han retratado cinematográficamente a Holmes como un mero héroe de acción. El personaje es mucho más. Es un mito que debe ser cuidado y reinterpretado para las nuevas generaciones (como muy acertadamente se hizo en la serie Sherlock).
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