viernes, 28 de febrero de 2025

HOOSIERS: MÁS QUE ÍDOLOS (1986), DE DAVID ANSPAUGH.

En Indiana el baloncesto es más una religión que un deporte y esto se nos deja claro en las primeras imágenes de Hoosiers, donde el paisaje estatal está repleto de canastas en los lugares más insospechados. Norman Dale, el protagonista, ha sido contratado como entrenador del equipo de un instituto local. Al principio es recibido con hostilidad, pues sus métodos no cuentan con el beneplácito de los aficionados del pueblo. Poco a poco va haciéndose con las riendas del equipo y, pese a que llega a estar en la cuerda floja y a punto de ser despedido, al final logra ganar el campeonto. Con esta premisa llena de tópicos se presenta uno de los éxitos del cine deportivo de los años ochenta. Lo cierto es que Hoosiers sirve más como homenaje al recientemente fallecido Gene Hackman que como el recital de emociones que pretende ser. Solo el protagonista es desarrollado como personaje, pues tiene un pasado tormentoso y un carácter difícil que a veces saca a relucir durante los partidos. El resto de personajes, fundamentalmente los jugadores que conforman el equipo, son planos e intercambiables entre sí, salvo el más torpe, que será el que salvará la final (otro tópico). Además, la película de Anspaugh contiene un romance de desarrollo tremendamente insustancial, por lo que tampoco en ese aspecto tiene mayor interés. Los partidos están rodados con cierta emoción, aunque muchas de las jugadas se ven confusas, pues no se ha sabido rodar la lógica interna de los mismos. Una película entretenida, pero repleta de tópicos, lo que hace que sepamos lo que va a suceder desde que empezamos a verla.

P: 5

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