"Sí, caminamos, y el tiempo también camina, hasta que, de pronto, vemos ante nosotros una lína de sombra advirtiéndonos que también habrá que dejar tras de nosotros la región de nuestra primera juventud."
Porque las condiciones del mar se presentan poco adecuadas para el avance de la nave hacia su destino y además se desata una terrible epidemia entre la tripulación, descubriendo el protagonista que las reservas de quinina fueron diezmadas por el anterior capitán. Precisamente este anterior capitán será un presencia invisible y casi sobrenatural durante todo el viaje, habiendo algún miembro de la tripulación que considera el barco maldito por las indignidades cometidas por su anterior líder. La narracion se vuelve opresiva y el carácter del protagonista cada vez más sombrío. Puede que su primera resposabilidad como capitán de una nave sea la última, aunque sea porque las circunstancias parecen haber conspirado en contra de su viaje.
Es el sentido de culpabilidad que siente el protagonista lo que paraliza su capacidad de actuar, conduciéndole a un terrible estado de aislamiento y parálisis, de sentimiento de fracaso absoluto. En un determinado momento teme que la tripulación, horriblemente debilitada por la enfermedad, acabe rebelándose y tomando el control de la nave, pero si algo puede sacar de positivo de esta experiencia es precisamente la nobleza de sus hombres, fieles en la más absoluta adversidad:
"Las palabras que cambiábamos eran escasas y pueriles, si se tiene en cuenta la situación. Yo tenía que hacer un esfuerzo para mirarlos cara a cara. Esperaba siempre encontrar miradas cargadas de reproches. Pero no era así. La expresión de sufrimiento de sus ojos era, en verdad, bastante difícil de resistir. Pues ellos no podían hacer nada para evitarlo. Por lo demás, me pregunto si era el temple de sus almas o la cordialidad de su imaginación lo que les hacía tan admirables, dignos de mi eterno respeto."
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