Aunque es conocido sobre todo por su enorme novela El doctor Zhivago, Boris Pasternak se consideraba ante todo un poeta, una faceta literaria que cultivó desde su juventud, evolucionando desde el vanguardismo a una poesía más desnuda y también más lúcida, más humana. Pero la mejor definición de lo que es poesía la ofrece él mismo:
Es un silbido vertiéndose de golpe,
es la noche congelándose en las hojas,
son carámbanos que crujen y se frotan,
es un duelo singular de ruiseñores.
Es, en la planta, el postrer guisante fino,
es un llanto universal en las escápulas,
es Fígaro con atriles y con flautas
sobre el bancal
desplomándose en granizo.
En cuanto la noche
espléndida rastrea
en lo más hondo de lóbregos estanques
para volver al jardín con una estrella
entre las manos mojadas y temblantes.
Es placa plana en el agua: ¡y qué sofoco!
El cielo entero se eclipsa en los alisos:
pueden reír las estrellas a su antojo;
pero el mundo es un lugar en el olvido.
También es capaz Pasternak de dedicar sus esfuerzos no solo a una descripción magistral de la naturaleza, sino también del objeto amoroso:
Para algunos, amar es una carga,
pero tú eres hermosa sin rodeos,
y es como si el secreto de tu gracia
diera respuesta a todos los misterios.
Es bien conocido que Pasternak hubo de renunciar al Premio Nobel bajo la amenaza de ser expulsado de la Unión Soviética si lo aceptaba. De nuevo es la poesía el mejor modo de expresar sus sentimientos al respecto:
Me ahogo, como una fiera acorralada;
hay en algún sitio gente, libertad...
luz; pero tras mí va el ruido de la caza:
y no puedo dirigirme a ese lugar.
El bosque umbrío y la orilla del estanque,
los troncos de los abetos abatidos.
El camino está cortado en todas partes:
pase lo que pase, a mí me da lo mismo.
Y quién sabe de qué crímenes funestos
soy culpable, yo, asesino, mala bestia.
Yo hice sólo suspirar al mundo entero
evocando la belleza de mi tierra.
Pero incluso así, a las puertas de la tumba
aún confío en que llegue el día aquel:
cuando la fuerza del mal y la calumnia
se derrumbe ante el espíritu del bien.
El poeta como protagonista involuntario de la Guerra Fría, despojado de su prestigioso galardón por una cuestión política. Sin embargo, anteriormente Pasternak no solo había puesto en juego su pertenencia a su tierra y su prestigio literario, sino su propia vida cuando, en tiempos de Stalin, ser escritor era una profesión de alto riesgo. Nos queda la obra de Pasternak, un superviviente que amaba la naturaleza rusa sobre todas las cosas. Una obra seguramente lastrada por la falta de libertad, pero que se zafa de todas las dificultades convirtiéndose finalmente en una oda al espíritu humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario