domingo, 21 de julio de 2024

EL PALACIO DE LA LUNA (1989), DE PAUL AUSTER. EL AZAR Y LA NECESIDAD.

El protagonista absoluto de El Palacio de la Luna es Marco Fogg, un joven con nombre de resonancias viajeras marcado por la ausencia de su padre y la muerte prematura de su madre. Estos acontecimientos, aunque a primera vista desgraciadamente normales, van a desencadenar una trama que Auster va ordenando muy lentamente hasta que al final al lector se le muestren todas las piezas. Mientras tanto a la historia principal se le añaden otras, como si de una novela cervantina se tratara, narradas por otros personajes, historias que van a ser importantes para descubrir los orígenes de Fogg.

Aunque al principio parece una novela urbana, la narración se transforma en una odisea de supervivencia en pleno Central Park de Nueva York y llega a ser también un western que transcurre en la zona del Gran Cañón. La vida de Marco Fogg es una auténtica montaña rusa de fortunas y adversidades, absolutamente marcada por un azar y una suerte que van a ser los factores que le hagan conocer su pasado. En este sentido la novela de Auster resulta algo irregular en su estructura, pues se alarga más de lo necesario a  la hora de ir aportando información, por lo que tarda bastante en interesar verdaderamente al lector, que hasta la mitad de la misma solo puede disfrutar de la prosa, pero desconcertado por una trama que parece no llevar a ninguna parte.

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