Con su magistral estilo habitual, Mungiu imprime a R.M.N, un realismo que duele al espectador. La película retrata la vida y las tensiones de una pequeña comunidad fronteriza rumana, en la que conviven rumanos, húngaros y algunos alemanes a la que empiezan a llegar asiáticos para trabajar por el salario mínimo. Sorprende que Matthias, el bruto protagonista, se una a las protestas de sus conciudadanos cuando él mismo acaba de abandonar Alemania al agredir al supervisor del matadero en el que trabajaba por llamarle gitano. En la cara opuesta se encuentra Csilla, gerente de la fábrica de pan que ha contratado a los inmigrantes y que quiere integrarlos en la comunidad. Mientras tanto, R.M.N. ofrece también un retrato despiadado de la situación familiar de Matthias, peleado con su mujer, amante de Csilla (en una relación de amor-odio muy particular que solo se basa en lo físico) e intentando educar a su hijo a su manera, para que pueda sobrevivir en el mundo tan duro en el que le ha tocado vivir. El conflicto comunitario, que en tantas partes de Europa se está viviendo, está mostrado de una manera magistral: por una parte están los intolerantes, que llegan a difundir el rumor de que los inmigrantes asiáticos traen enfermedades y que van a utilizar la violencia para conseguir expulsarlos y por otro los representantes de la fábrica, que ofrecen unas condiciones de trabajo tan poco atractivas que tienen que buscar la mano de obra fuera, pese al gran nivel de paro existente en la zona. La de Mungiu es una película que retrata de forma convincente las tensiones actuales de Europa, sobre todo en la que es heredera del comunismo y todavía no ha sabido adaptarse al capitalismo sin tensionar la vida ciudadana.
P: 8
No hay comentarios:
Publicar un comentario