Un muy inspirado y arriesgado biopic del compositor Leonard Bernstein, una de las grandes glorias musicales de Estados Unidos y muy valorado también a nivel popular, por haber compuesto bandas sonoras como la de West Side Story y haber protagonizado una encomiable labor de divulgación musical. Sin embargo, la película de Bradley Cooper toma la carrera musical de Bernstein como excusa para hablar de lo que verdaderamente le interesa: la relación con su mujer, puesto que el protagonista era bisexual en una época en la que no era políticamente correcto declararse como tal. Entre las virtudes de Maestro está la libertad con la que su director-actor ha abordado el proyecto. La película es puro cine alejado de las convenciones que lastran el arte cinematográfico de la época presente. Cooper juega con el blanco y negro, con el color y muestra las tragedias, las pequeñas miserias y los triunfos de la vida de su biografiado con bastante ecuanimidad, componiendo a un personaje profundamente humano e imperfecto. Imperfecto en su vida diaria, sí, pero un auténtico titán cuando se trataba de su profesión, algo que el actor se encarga de recalcar poniendo una especial pasión en su interpretación cuando lo contemplamos dirigiendo a su orquesta. Escenas como la última, la cantata en una catedral, en la que el personaje parece redimir sus pecados, son realmente llamativas y enriquecen una película que, con sus imperfecciones, se puede alabar como una muestra de auténtico cine.
P: 7
No hay comentarios:
Publicar un comentario