Varios elementos se conjugan en El golpe para hacer de ésta una película mítica. Por un lado está el más obvio: la química entre sus dos protagonistas, unos Paul Newman y Robert Redford en estado de gracia, que además se nota que se lo están pasando bien rodando la película, pero también un guion absolutamente perfecto y una dirección sobria y muy eficaz por parte de George Roy Hill, que incluye elementos simbólicos en la cinta que son advertidos por el espectador de una forma no consciente. Aunque la trama tiene cierta complicación - y un inesperado giro final - la perfecta narrativa que otorga el director al relato hace que en todo momento la trama sea cristalina. El golpe ha quedado como el ejemplo más logrado del género de cine de timadores, jamás superado. En realidad, aunque casi todo es divertido y burlesco, se trata de la historia de una venganza, puesto que hay un muerto al principio. La película contiene numerosas escenas de antología, entre la que destacan la partida de cartas en el tren y la actuación de Robert Redford cuando es detenido y llevado a las oficinas del FBI, como su lenguaje corporal remite a la angustiosa situación a la que es sometido. Una obra que ha enamorado a varias generaciones y que invita a ser revisada numerosas veces.
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