Ben Willis acaba de sufrir un episodio doloroso: acaba de dejarle su novia. Esto le produce un insomnio persistente, molesto, pero no inhabilitante, que le permite dedicar sus noches a trabajar en un supermercado. Allí descubre una fauna muy peculiar de compañeros y clientes y también su facultad de parar el tiempo, un poder que asume con serenidad, para seguir reflexionando con voz en off, como hace desde el primer minuto de la película y para contemplar la ropa interior de las clientas. Cashback, un corto exitoso excesivamente estirado, es una obra pretenciosa y vacía, falsamente profunda. En su último tercio, lo que parecía un trabajo pseudofilosófico, transmuta en una comedia que intenta aprovechar los excéntricos caracteres de la fauna nocturna del supermercado, llegándose a filmar un ridículo partido de fútbol que no aporta nada a la trama y se despega definitivamente del tono anterior de la película. Una presunta obra de autor de la que se pueden salvar ciertos hallazgos interesantes en su dirección.
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