sábado, 17 de junio de 2023

LA UTILIDAD DE LO INÚTIL (2013), DE NUCCIO ORDINE. UN MANIFIESTO.

La reciente concesión del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades y su trágica muerte antes siquiera de poder recogerlo, ha puesto de actualidad a Nuccio Ordine, uno de esos intelectuales combativos, absoluto defensor de la cultura escrita frente a la invasión de lo digital. La utilidad de lo inútil, quizá su libro más divulgado, está dedicado a recordar textos de filósofos y pensadores de todas las épocas que hubieran suscrito esta afirmación: la literatura y otros ejercicios espirituales humanos, que no nos proporcionan - aparentemente - beneficios inmediatos, son imprescindibles para nuestra supervivencia. Frente a la ciencias llamadas útiles, como las matemáticas o la economía, la cultura humanista, muy desprestigiada en los últimos años, puede erigirse al menos como inspiradora de muchos saberes útiles. La buena literatura nos hace acercarnos a nuestros semejantes de una manera a veces mucho más íntima que en la vida real y consigue que nos conozcamos mejor a nosotros mismos y que tengamos en cuenta al otro:

"En este contexto basado exclusivamente en la necesidad de pesar y medir con arreglo a criterios que privilegian la quantitas, la literatura (pero el mismo discurso, como veremos enseguida, podría valer para otros saberes humanísticos, así como para los saberes científicos sin un propósito utilitarista inmediato) puede por el contrario asumir una función fundamental, importantísima: precisamente el hecho de ser inmune a toda aspiración al beneficio podría constituir, por sí mismo, una forma de resistencia a los egoísmos del presente, un antídoto contra la barbarie de lo útil que ha llegado incluso a corromper nuestras relaciones sociales y nuestros afectos más íntimos. Su existencia misma, en efecto, llama la atención sobre la gratuidad y el desinterés, valores que hoy se consideran contracorriente y pasados de moda."

Todo esto me recuerda a una escena de la película Seven, de David Fincher, que podría funcionar como metáfora de los tiempos actuales. En ella el veterano detective Somerset realiza una visita nocturna a una gran biblioteca para ilustrarse acerca de las motivaciones de los crímenes del asesino al que están persiguiendo. Allí, los vigilantes ignoran el tesoro cultural que tienen al alcance de la mano y dedican sus noches a jugar a las cartas. Esa es nuestra época. Jamás ha sido tan sencillo acceder a todo tipo de libros, pero la exigencia que supone una lectura tiene su contrapartida en la adicción a los medios digitales, que fomentan el salto inmediato de la atención de un asunto a otro, sin profundizar en nada. Se sigue leyendo mucho, por supuesto, pero las formas de vida actuales en las que el trabajo lo es todo y a la gente se le imponen agotadoras rutinas para llegar al mismo, consiguen que la llegada a casa, después de un día asfixiante, difícilmente conlleve unas horas serenas con un libro, puesto que normalmente hay otras obligaciones. En ese sentido, quizá la posición de Ordine es la de un profesor un tanto elitista, pero es muy necesaria, sobre todo si alguno de sus lectores secunda el llamamiento y es capaz de divulgar este manifiesto.

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